31 de juliol 2006

Lluís Pascual: “La obra que dejó Valle-Inclán es el gran tesoro del teatro español”


27 de juliol de 2006
Fundó el Teatro Lliure de Barcelona y dirigió el Centro Dramático Español y el Odeón de París {SEPARADOR} Le gusta poner en escena las obras que le enamoran y rechazó hacer cine porque prefiere lo efímero, como el drama y la ópera
ALBINO MALLO
A CORUÑA
Lluís Pascual, director de escena
FOTO: Gallego
Con poco más de 50 años, Lluís Pascual es una figura máxima dentro de la dirección escénica en teatro, ballet y ópera con límites que alcanzan un panorama universal. Pasó por A Coruña para dirigir la ópera Le Comte Ory, de Rossini, dentro del Festival Mozart y en la que, además de la puesta en escena actoral, se encargó de la escenografía, la luminotecnia y el vestuario.
– Pero además tiene en escena ‘Hamlet’ y ‘La tempestad’.
– Sí. Las dirigí y se están representando en Madrid. Luego irán a Barcelona y todavía no sé cuál es el camino que les quiere dar el empresario.
– ¿‘Hamlet’, de Shakespeare, es la sublimación para un director?
– Es una obra fundamental, pero yo creo que más para un actor. Si vas por la calle y te preguntan qué haces y respondes que diriges Hamlet, enseguida te dicen "¿y con qué actor", pero si se lo preguntan a un actor, le dicen "¡Vaya suerte!". En todo caso, se trata de un drama fundamental en la historia del teatro, con mucha versatilidad porque está tan bien escrito que se puede hacer con muchos actores o con pocos, con el ambiente histórico en el que fue narrada o con un ambiente actual, y nunca pierde ni un ápice, porque es un texto indemne que cada generación puede interpretar y recibir a su manera. Es una obra de teatro que la hace el público, pues asimila sus palabras y sus frases de cualquier manera.
– ¿Usted empezó siendo actor?
– Sí, pero eso fue algo efímero. Estudie Filología Catalana y me licencié en Arte Dramático por el Institut del Teatre. Y, como toda persona que quiere entrar en el mundo del teatro, lo hice por la interpretación. Luego unos siguen, otros desaparecen y algunos nos vamos en otras direcciones como la escénica, la escenografía o la iluminación. Cuando tenía 25 años fundé el Teatro Lliure de Barcelona, con el que me siento muy vinculado, y luego ya seguí una carrera de director en todos los aspectos, puesto que, tras el teatro, vino la ópera e incluso dirigí algunos ballets para Sara Baras.
– ¿Cómo surgió la ópera?
– Fue en 1981, cuando me ofrecieron Sansón y Dalila, nada menos que con Plácido Domingo. La experiencia fue positiva, entre otras razones, porque desde joven fui un fanático de este género musical.
– ¿Evolucionó mucho la ópera con la presencia de directores renovadores?
– La ópera evolucionó por necesidad, porque el público ya no quería ver a esos cantantes que se colocaban en la corbata del escenario e interpretaban como si fuera un recital. Llegaron nuevas generaciones que ya no se preguntan si tienen que actuar, porque saben que es imprescindible, y los directores encontramos muchas facilidades.
– ¿Su carrera le permitió ocupar importantes destinos?
– No puedo quejarme. Después del Teatro Lliure, en 1983 me nombraron director del Centro Dramático Nacional. Fue una época muy bonita porque coincidió con la llegada del gobierno socialista de Felipe González, es decir, el paso total de la transición, y el público estaba ávido de ver nuevas obras tanto españolas como extranjeras que se pusieran sin cortapisa alguna. Después, en 1990 fui a París, donde dirigí durante seis años el Teatro Europa-Theatre de L’Odeón y, simultáneamente, dirigí también la Bienal del Teatro de Venecia, volviendo luego al Teatro Lliure de Barcelona.
– ¿Y ahora trabaja por libre o tiene algo fijo?
– Puede decirse que trabajo por libre, aunque tengo una vinculación como director artístico del Teatro Arriaga de Bilbao. No programo obras, pero cada año se hace una producción y yo dirijo ese departamento. También organizo cursos para muchachos, para formación de directores y para profesores de centros de enseñanza que luego quieran explicar teatro en sus aulas.
– ¿Cómo estamos de autores?
– Cada vez se hace más teatro de autor. Hubo una época en la que se hizo mucho teatro colectivo, casi improvisado por los actores, pero acabaron dándose cuenta de que no tienen mucho que decir. El director y los actores podemos llegar a ser una planta, pero el autor es la semilla.
– ¿Usted, que dirigió teatro de todas las épocas, qué me dice de Valle-Inclán?
– Yo dirijo aquellas obras, en teatro o en ópera, que me enamoran, y Valle-Inclán está entre mis favoritos, porque es el gran tesoro del teatro español. Dirigí Tirano Banderas y Luces de Bohemia, pero todavía tiene mucho por descubrir.
– ¿Y no dirigió cine?
– Me lo ofrecieron, pero no acepté. No me gusta lo eterno. Prefiero lo efímero como el teatro o la ópera, que después de las representaciones desaparece y sólo queda el recuerdo.

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