14 de setembre de 2006
El Quevedo de Alatriste habla de la escena y la política ante su estreno en Bilbao como director de teatro
J. A. GONZÁLEZ CARRERA
BILBAO
El popular intérprete metido a director de escena.
IGNACIO PÉREZ
En 'Visitando al señor Green', obra de gran éxito en el Nueva York de la década pasada, está Juan José Otegui, uno de los actores más sólidos de la escena española, pero no Juan Echanove, que hace no mucho le acompañaba en 'El precio', adaptación de la obra de Arthur Miller. Echanove, esta vez, ha estado más bien detrás, en su primer trabajo como director de escena, para el que ha elegido otra pieza legendaria del teatro norteamericano: una historia en la que un joven es condenado por un juez a cuidar en su domicilio, durante seis meses, a un viejo huraño al que atropelló con su coche. La emoción, dicen, está servida con esta obra, que acaba de verse en Logroño, se presenta el sábado en el Arriaga de Bilbao, y en noviembre estará en el festival de Vitoria.-
¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir su primera obra de teatro?-
Todavía estábamos con 'El precio' y me puse a buscar una nueva obra pensando sobre todo en Otegui. Quería encontrar para él el mejor papel que hubiera hecho en su carrera y cayó en mis manos esta obra de Jeff Baron. Me di cuenta de que el segundo personaje, mucho más joven, no podía ser para mí. Pronto pensé en Pere Ponce. Pero leía y leía y me encantó la sencillez, la ternura, la elegancia y el sentido del humor con que Baron afronta el conflicto entre los dos personajes. Sucedió que sin darme cuenta, la estaba dirigiendo ya en mi cabeza. La idea surgió precisamente cuando estábamos haciendo 'El precio' en Bilbao, hace año y medio o así. A Otegui le encantó la idea. «Contigo, a muerte», me dijo.-
¿Qué tiene Otegui, que es un baluarte del teatro español pero crecido como actor secundario?-
Eso tiene un mérito increíble. Otegui es el ejemplo. Es entrega e ilusión. Es alguien que tiene muchísima sabiduría y, al mismo tiempo, humildad. Ha hecho el teatro más comercial de Madrid y, a la vez, ha trabajado con José Luis Gómez, con Lluís Pasqual... Con todos los nuevos directores... Es mi número uno. En estos momentos es el primer actor de este país.-Buscando un texto opta al final por una obra del teatro norteamericano.
¿Sucede quizá que los autores españoles dan la espalda al teatro?-
Opté por la importación porque los textos españoles que me llegaron no me convencían. Baron es un grandísimo autor, pero no me parece mejor que, pongamos por caso, Juan Mayorga. Sí me parece que 'Visitando al señor Green' es la obra que yo necesitaba. Yo que me fajo con los guiones, puedo decir que aprecio mucho la manera de escribir de los autores españoles, aunque es verdad que muchos tiran más a menudo por escribir guiones de televisión, porque es que hay que comer, y al final quizá tienen una estructura mental más de comedia, lo que igual les estorba para escribir grandes textos.
'Alatriste'-
¿Qué me dice de 'Alatriste', adaptación al cine de las novelas de Pérez Reverte, en la que participa?-
Yo entiendo 'Alatriste' como una ópera hecha hombro como hombro, con Viggo Mortensen a la cabeza, un actor que es un monstruo. Es una ópera de un héroe romántico de los bajos fondos, un mundo donde la vida no vale nada y donde el amor surge en los recovecos más extraños. En fin, soy un gran fan de 'Alatriste', creo que se me nota.-En la película usted encarna a Quevedo, ¿no le dio un vuelco el corazón, hoy que los clásicos tienen tan poco eco?-No, no. Si yo empecé haciendo una obra que dirigió Antonio Medina, que se llamaba 'Inmortal Quevedo'. Fui por toda Soria recitando sus poemas. Cuando me llegó ese papel, me llegó un regalo del cielo.-
¿Qué opina de lo que ocurre con Pepe Rubianes y el difícil estreno de 'Todos somos Lorca' en Madrid?,
¿no es un ejemplo renovado de lo airados que somos los españoles?-Todo está mal gestionado desde el principio. Desde aquellas declaraciones de Rubianes sobre España... ¿Se equivocó en lo que dijo? Bien, pero ha pedido disculpas... Y hay que disculparle, ¿coño! Tampoco se le puede fusilar al amanecer. Rubianes no es más que un actor, un maestro de los monólogos, y se ha creado una tensión acojonante en determinados sectores de la Prensa por sus declaraciones, lo que culmina en amenazas.
Esquizofrenia
-Huele a censura.-
Yo creo que Rubianes retira la obra porque el asunto implicaba a dos personas de su entorno más querido, Alicia Moreno y Mario Gas, dos magníficos gestores.
¿Cómo se puede entender esta esquizofrenia del PP, que tiene dos gestores en el Ayuntamiento de Madrid que no son militantes del partido, ni siquiera comparten sus ideas? Ahí está el gran dilema. No deben dimitir, porque, de ser así, el sector más derechoso del PP aprovechará para colocar en el Teatro Español el gran templo del teatro comercial que no incomoda a nadie. Curiosamente, Ruiz Gallardón es el único alcalde que yo he conocido para quien el teatro supone bastante más que ir a hacerse una foto. Por eso tiene a Mario Gas al frente del Español. Sabe que es un gran profesional. Estamos en un periodo preelectoral, claro, y se ve que en ese partido hay muchas tensiones.-
Usted que ha hecho bastantes giras por toda España, seguro que tiene una visión más clara y acertada de este país que los españoles que casi no se mueven del sitio.
-Creo que las divisiones territoriales son complicaciones a la hora de moverse, presentar documentos... Creo en la diversidad y he creído siempre y somos todos muy peculiares. Si tomamos las peculiaridades como definición, todos tenemos las nuestras; ahora, sinceramente, creo que en el fondo somos muy parecidos. Salimos a la calle y unos nos emocionamos con una gaita y otros con un acordeón, y todos intentamos culminar nuestras vidas en la pasión, el amor y la tranquilidad. Somos iguales.-
Su primer apellido es vasco, pero habla poco de ello.-
Sí. Mi generación es la primera que nace fuera del País Vasco. Mi padre era un ingeniero de Iberduero, que a medida que iban haciendo saltos de agua por el país, iba teniendo hijos. La familia procede de Vitoria y Puentelarreina, en Navarra.
Una de les obres més divertides del gran comediògraf francès Molière, dirigida per Encarna Hernandez. És una crítica a la falsedad i a la pedanteria, i apareix el tema de la incipient emancipació de la dona.
