30 d’octubre 2006

Cuando el teatro se asemeja a la realidad

21 octubre 2006
"Cocinando con Elvis".
Las expectativas, a menudo, suelen aniquilar el resultado de una obra de arte. Anoche eso no ocurrió con la pieza teatral "Cocinando con Elvis" que presentó con maestría y mucha chispa la Compañía Un Mundo Teatro de Santiago, en el escenario del Municipal de Temuco.
Fue el estreno local para esta obra y todo lo que se sabía de ella tal vez se quedó corto para una función que resultó intensa, al punto que redujo a una pasada casi dos horas de actuación.
A priori se entendía que la miseria y las incapacidades humanas eran el tema de fondo de esta pieza de la dramaturgia internacional creada por Lee Hall. Todo ello era cierto. Escena tras escena el elenco de actores se encargó de adentrar al público en un mundo privado, en la realidad de una familia que puede estar en cualquier parte del mundo y que enrostró a quienes estábamos en las butacas las estupideces del cotidiano, los temores más profundos de una determinada persona, la incapacidad de salir de baches que reconocemos pero muchas veces no afrontamos, las heridas del pasado, el amor en gestos pequeños, la búsqueda incansable para vencer la soledad del individuo, y como bonus track, una gran cuota de ironía y humor negro.
La actuación fue merecedora de grandes aplausos, al igual que la puesta en escena, en la que en ningún momento se dejó de marcar el hecho de estar frente a una obra teatral y no otra cosa, y en la que la música de Elvis intervino para quebrar y a ratos potenciar la vertiginosa historia que se nos venía encima con insospechado desenlace.
El teatro se acercó mucho a la realidad anoche en el Municipal. La credibilidad de la historia - que de hecho es verídica - fue posible gracias a la recreación de seres humanos sencillos, pero terriblemente complejos, que en este caso eran una profesora de inglés, un vendedor de "pasteles", una adolescente obsesionada con la gastronomía y un hombre paralítico que volvía a ratos como el imitador de Elvis Presley que antes fue. Todos con su propio cuento y desafíos, y con un lenguaje, que por su naturalismo extremo y a ratos erótico, seguramente sorprendió a muchos.
Mención aparte merece Daniel Muñoz, que fuera de su papel de paralítico, se robó la atención de los asistentes con su sentida imitación al Rey del Rock, a ratos a centímetros de alguna espectadora.

Por Eduardo Henríquez.

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