30 de juliol 2008

El Arte Dramático un arte que no debemos dejar en el olvido


www.lostiempos.com
20 de juliol de 2008

Texto Britt Ahdev

Fotos Cortesía de Daniel Larrazabal, Colectivo Katari, Limbert Cabrera

El hombre aprende a través de los sentidos. Y como el escritor colombiano Carlos José Reyes describe: “Entre más sentidos intervengan en el proceso enseñanza – aprendizaje, más fácil se logra la aprehensión de los conocimientos y más rápidamente se establece la interacción entre el sujeto y el medio ambiente. En la formación integral del ser humano intervienen no sólo la capacidad intelectual del hombre, sino también factores sociales, emocionales, perceptivos, físicos y psicológicos. Una sociedad que mediante su educación sólo hace énfasis en el pensamiento racional, y en la cual los sentidos parecen estar destinados a que se los ignore, no llega a conocer su máxima potencia. Para mantener las mentes flexibles y libres y estimular los distintos aspectos de la sensibilidad y la vida espiritual, algo que beneficie tanto al individuo como a la sociedad, es muy bueno ejercer y/o consumir arte dramático o como lo llamamos más frecuentemente; teatro.”

La actividad teatral en Cochabamba está luchando por sobrevivir en un ambiente muy difícil, donde el apoyo de la sociedad es muy limitado y la ayuda estatal es casi nula.

“La mayoría de nuestra gente no tiene el hábito de consumir teatro”, dice Limbert Cabrera, miembro de la asociación NADA y responsable del área de arte escénico del espacio mArtadero.

“Incluso, muchos argumentan que lo importante es desarrollar este país que es tan pobre y que no hay de perder el tiempo con teatro. Pero es un hecho que en nuestra sociedad también hay necesidades espirituales y necesidades de reflexionar sobre lo que está pasando a nuestro alrededor. En este sentido, el teatro cumple un rol importante.” A pesar de la falta de apoyo de la sociedad y a pesar del hecho de que no existen políticas de estado que apoyen al teatro, existen varios individuos y grupos de teatro comprometidos a seguir desempeñando el oficio tan poco apreciado de hacer arte dramático.

Una profesión, no sÓlo un hobby

Daniel Larrazabal es una de las figuras admirables en el ámbito local que tienen el valor y el coraje de caminar contra la corriente; dejando a un lado el enriquecimiento económico, dedicando su vida a la actuación, enriqueciendo nuestras vidas y dándonos, entre muchas otras cosas, inspiración, esperanza y ganas. El ambiente cochabambino es sumamente escéptico a la profesión de ser actor.

“La sociedad tiende a ver la actuación como un hobby y no como una profesión. Tengo la esperanza de que el hecho de que haya una nueva escuela de teatro en Santa Cruz (que es la primera escuela en el país que otorga títulos de Técnico Superior en Teatro y de Licenciado en Arte Dramático), refuerce la idea de la necesidad del teatro y que la idea común de la actuación como un hobby se vaya modificando a una idea más amplia que implica ver la actuación como la profesión que es. Mi esperanza también se basa en el gran movimiento de teatro que hay en La Paz, y en el que existe, aunque en menor grado, en nuestra ciudad sin olvidar la importancia del teatro de Los Andes”.

Como la mayoría de los actores en Cochabamba, Daniel se sostiene trabajando en otros campos. Desde que empezó con la actuación, ha tenido un sinfín de diferentes trabajos paralelamente a su vocación artística. Por el momento, está trabajando como director de los talleres de teatro en los colegios Don Bosco e Isaac Attie, como en la Escuela Superior de Artes y Ciencias (ESCA), donde tiene la posibilidad de pasar herramientas de actuación a niños y jóvenes.

“Una razón por la que mucha gente no tiene el hábito de consumir teatro puede ser la escasez del teatro en el campo educativo. Por lo general, el sistema educativo no promueve el arte de teatro y la actuación y nuestros niños y adolescentes no reciben el incentivo temprano de teatro. En vez de analizar cómo el teatro podría ayudar a los alumnos en las otras materias, es más común pensar que el teatro quita la concentración de los alumnos para otras asignaturas”.

Daniel se ha dedicado a la actuación desde el año 1997, cuando por primera vez asistió a un taller realizado por el grupo de teatro Kíkinteatro, dirigido por Diego Aramburo.

“Sentí que la carrera de Sociología no llenaba mis expectativas y que tenía deseos de intentar algo diferente; entonces, gracias al azar, de alguna manera se dio la oportunidad de que tomara un taller de teatro al cual fui con muchísimo entusiasmo porque creí que quizás eso era lo que estaba buscando”.

Daniel fue incluido en el Kíkinteatro, que durante los años 90 había ganado un espacio significativo en el panorama del teatro nacional. A inicios del nuevo siglo se abrieron las puertas para la primera gira internacional del grupo y en los años siguientes tuvieron la oportunidad de actuar en varios países como Cuba, Chile y Argentina. Según muchos de los actores activos en Cochabamba, Kíkinteatro ha sido un grupo sumamente importante para la actividad teatral en la ciudad.

El grupo logró una propuesta propia que, a pesar de estar actualmente activo en La Paz, sigue inspirando a los elencos locales. Desde Kíkinteatro, Daniel ha continuando con la actuación independientemente; en los últimos años, ha tenido papeles importantes en obras como “El Jardinero Nocturno” (Rainsford Towner, Australia), "Crudo" (Diego Aramburo), “Desaparecidos” (Claudia Eid), “La fábula del Camaleón y la Salamandra” (Beba Rodríguez), entre otras. El último trabajo de Daniel fue en la obra “Máquina Hamlet” (Heiner Müller) dirigida por Alejandra Lanza. Daniel también ha incursionado en el campo del cine trabajando en películas y documentales. Entre otros, tuvo un papel en la película “Guerrilla” que se filmó en España y que fue dirigida por Steven Soderbergh. En este último filme, estrenado en el festival de Cannes en mayo pasado, trabajó junto a actores como Benicio del Toro (Puerto Rico).

Considerando su éxito como actor profesional, es una curiosidad que nunca haya estudiado teatro en ninguna institución que no sea la de la vida propia.

“Un actor es de alguna manera un artista que siempre está creando. Los que no tienen la posibilidad de formarse en una escuela, no tienen por qué perder el ánimo. Vale muchísimo ir a talleres temporales, leer libros, hasta apreciar algo en la calle y aprender de lo que ves y de lo que vives”.

Similar a lo que menciona Limbert, Daniel también reconoce que un problema para los actores de Cochabamba es la falta de público. Sin embargo, agrega que la oferta siempre tiene que ver con la demanda y viceversa. Si la demanda sube, las ofertas tienen que ser más y con mejor calidad. Y si las ofertas no son de buena calidad, la demanda es naturalmente baja.

Un aporte significativo para el teatro en Cochabamba

“¡Abuso de calidad!” es la lema de la escuela de teatro Hecho a Mano que ha ganado un gran espacio en el teatro cochabambino. La escuela, fundada en 1997 por el actor cochabambino Bernardo Franck, empezó con un pequeño grupo de artistas que con los años fue creciendo. Hoy, cuenta con 117 alumnos formándose en sus salas y aspirando a títulos equivalentes al de Técnico Superior. La escuela ha influenciado al movimiento teatral de Cochabamba en varios aspectos. Hace nueve años fundó el Festival Internacional de Teatro Bertolt Brecht que, junto con el de Peter Travesí, es el festival más grande en Cochabamba y en el que participa la mayoría de los grupos locales. Además de éste, la escuela organiza cinco festivales anuales a los cuales están invitados a tomar parte todos los elencos locales. Bernardo piensa que entre los logros más significativos del Instituto, está el haber podido abrir una sala de teatro estable dónde cada fin de semana hay alguna presentación realizada por los alumnos o por el elenco profesional que lleva el mismo nombre de la escuela.

“Con el número de presentaciones que realizamos, hemos logrado hacer pequeñas temporadas de teatro”. Respecto de la calidad de las presentaciones, Bernardo explica que se presenta una variedad de obras, unas muy buenas y otras no tanto. Esto, con relación a que esta es una escuela y los espectadores deben comprender las limitaciones que tienen los alumnos.

“Cada módulo que los alumnos pasan tiene que terminar con algo. Si ves una obra del primer módulo, hay una diferencia abismal con la de una del sexto módulo porque los últimos tienen más experiencia y más trayectoria; pero si nos sigues, te das cuenta si una obra es de primer semestre, del primer módulo y la juzgas como tal.”

La escuela Hecho a Mano tiene también un elenco profesional con el mismo nombre pero con la diferencia de que este grupo está experimentando mucho más, buscando su propia propuesta.

Bernardo lamenta que el estado apoye muy poco al teatro y que los artistas tengan que estar sujetos al oficial de cultura.

“Si el oficial es músico siempre va a promover la música más que el teatro y viceversa, un hecho que probablemente no cambiará hasta el día en que el municipio asuma que la cultura es parte del presupuesto anual”. El teatro, según Bernardo, no sólo es una terapia ocupacional, sino una actividad que puede brindar apoyo al área de salud, de educación, a campañas de prevención, etc. La escuela Hecho a Mano trabaja con varias instituciones que requieren la potencia del teatro como actividad fortalecedora.

El arte dramático debe competir actualmente con muchas actividades: entradas folklóricas, conciertos de música, televisión, Internet, etc.; sin embargo, Bernardo habla de una esencia del teatro que le permite sobrevivir a pesar de nuestro tiempo de inacabables ofertas.

“Vivimos en una época en que nada nos sorprende. Cada vez la tecnología llega con soluciones más interesantes y más eficientes, pero no nos sorprenden porque el avance tecnológico ha llegado a ser algo completamente natural. En este sentido, el teatro, por ser manual, de habilidad humana y no tecnológica, sí logra sorprender y cuando nos sorprendemos, encontramos que nuestro espíritu está a gusto”.

Montajes callejeros como herramienta política

Otro de los muchos rostros que tiene la actividad teatral en Cochabamba es el teatro callejero. El Colectivo Katari es un elenco estable de teatro y títeres que trabaja con montajes callejeros. Presenta sus obras en calles, canchas y plazas de pueblos, entre otros. Con frecuencia recibe invitaciones de colegios y de instituciones como la Defensoría del Pueblo para realizar trabajos inspiradores y educativos que muchas veces llegan a funcionar como fundamento de debates. A menudo, son convocados por provincias cercanas a la ciudad de Cochabamba que solicitan ayuda para su población en actividades que de una u otra forma promueven los derechos humanos en diferentes áreas.

“Frecuentemente, cuando llegamos a una provincia para dar una presentación, salimos antes de ella y caminamos calle por calle con tambores, con gritos, con canto y acordeón y convocamos a la gente. Los sacamos de su ocio, de su siesta, de su trabajo y los llevamos al lugar de la presentación y les mostramos un espectáculo ágil que no les permita escapar”, describe Carmen Cárdenes, parte del grupo que fundó el colectivo Katari en el año 2002. Su teatro está caracterizado por su energía y ritmo y por su relación directa con el público, algo que en ciertos modos crea una actuación más flexible que la de las salas. Si llegan a una población donde la mayoría habla quechua y, por tanto no va a entender sus obras en español, tratan de usar más mímica que palabras y, de la misma manera, van cambiando las palabras para modificar la presentación al público que la vea; estar embarazada puede convertirse en un estar preñada y la cigüeña en una vaca preñada.

“Nosotros queremos salir del círculo tradicional de consumir teatro y llegar a impactar la vida cotidiana de personas que circulan por la calle, personas que normalmente no buscan el teatro” explica Alexia Loredo, otra de las fundadoras. “Queremos ser un teatro movilizador que, de cierta forma, cree un diálogo con el público. Mostramos obras que provocan risa y queremos lograr que la gente se identifique y ría de si misma y que después, tal vez, tenga ganas de agarrar algo en su vida y ponerlo de otra forma, de cambiar sus relaciones con el poder”. Algunos definen su actividad como política, a lo que Carmen explica: “Nuestro grupo ha nacido bajo la idea de hacer un teatro político y todos los actores compartimos el mismo compromiso ideológico. Hemos visto una necesidad de un teatro que se cuestione, en el que se hable de la realidad, de la coyuntura y queremos compartir, cuestionar y conversar sobre temas actuales”.

La energía que fluye entre los miembros del colectivo es tangible y se ve que cada uno de sus miembros tiene una gran motivación personal.

“El arte tiene un componente extra, un sabor que no lo tiene lo racional puro”, explica Alexia y da énfasis a su posibilidad del arte como un medio para expresar cosas de una manera alternativa. Sergio Velasco, otro miembro del colectivo, aclara cómo la expresión teatral callejera tiene una capacidad enorme de canalizar energías y que a través de la misma se puede impactar sobre muchos niveles de la vida.

“A mí, me llama la actuación en el colectivo Katari porque se trata de un teatro de conciencia social y más que un teatro- propuesta o recreativo, es un teatro de reflejo.”

El teatro – un espacio de reflexión

La actividad teatral en Cochabamba está lejos de lo que fue durante los años 60 y 70, cuando hubo una época de oro; sin embargo, después de los estancados 80, la actividad creció en los 90 y hoy tiene varios rostros; desde los espectáculos conocidos como cafés conciertos vía títeres, montajes callejeros y grupos que presentan obras más clásicas, hasta los que dan propuestas nuevas con elementos contemporáneos. Hay dos teatros con apoyo de la Alcaldía: el Teatro J.M Achá y el Teatro Adela Zamudio. En el teatro Achá existe un taller municipal de teatro, abierto para todos y dirigido por Roberto Crespo. Fuera de éste, los teatros municipales no están abiertos para que diferentes elencos puedan usar su espacio en ocasiones que no sean para las presentaciones.

“Nosotros no discriminamos a nadie, pero si quieres presentar en nuestras salas, tienes que solicitar un año antes y por falta de espacio podemos dar sólo tres días de ensayo antes de la presentación. En el Achá tenemos que cobrar un alquiler alto, mientras que el Adela Zamudio tiene más posibilidades de bajar costos para los diferentes elencos”, explica Orlando Crespo, administrador de los teatros municipales.

Sin embargo, muchos de los elencos locales expresan la dificultad de acceder a los teatros municipales y concentran su actividad en la escuela Hecho a Mano (mayormente el elenco Hecho a Mano o módulos de la escuela) o en el espacio mArtadero. mArtadero alberga al festival Bertolt Brecht y parte del festival Peter Travesí. Además, es el espacio principal para elencos como “Masticadero”, “Exilio Teatro”, “Makhurka” y “Teatro Invisible”.

Talleres universitarios también encuentra en mArtadero un espacio abierto para ensayar y presentar sus proyectos; el taller de teatro UPB es uno de ellos. Todos los grupos mencionados presentan generalmente propuestas alternativas a lo común, con técnicas avanzadas y efectos audiovisuales, entre otros.

“Estamos intentando proponer algo nuevo. Queremos lograr que mArtadero sea un espacio de buena calidad que pueda mostrar obras ligadas a lo que está pasando en nuestro ambiente hoy en día; que sea un espacio de reflexión para la gente,” comenta Limbert Cabrera, que también es parte del elenco Makhurka.

Dedicarse al teatro es vivir en lo profundo. Es ser sensible a uno mismo, tanto como a la realidad que nos rodea. Es nunca parar de analizar y tratar de entender el mundo. El teatro, a diferencia del cine, tiene personas en vivo en escenario, algo que resulta en un contacto más directo con el público. Se convierte en un foro artístico directo que puede ayudarnos a interpretar nuestro mundo. El poder del teatro no sólo es despertar sentimientos y entendimientos, sino generar efectos económicos positivos para la ciudad. Una urbe que es rica en cultura también gana credibilidad de empresas y otras entidades que pueden invertir en diferentes áreas de la sociedad. Invertir en cultura es una inversión con proyección productiva. Sin embargo, el público es el sustento de las expresiones teatrales y, sin éste, el teatro se estanca. Es responsabilidad del público formarse un criterio y ayudar a que la actividad de teatro florezca; y esto es solamente posible si asistimos continuamente a las diferentes presentaciones que se ofrecen. Así quitamos la tapa a la olla del movimiento teatral que está borboteando, y damos a la sociedad la posibilidad de disfrutar de sus aromas.

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