19 de febrer 2010

PENSAR Y SENTIR


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8 de febrer de 2010


LUIGI GIULIANI

Descartes y Pascal se encontraron, por primera y última vez en sus vidas, en París el 24 de septiembre de 1647. El sábado pasado volvieron a verse las caras en el escenario del Gran Teatro, imbricados en el texto dramático de Jean-Claude Brisville y encarnados por Josep Maria Flotats y Albert Triola. Texto difícil el de Brisville, que nos presenta no sólo el encuentro/desencuentro de dos personalidades, sino también una encarnizada confrontación de ideas, una hora y cuarto de diálogo apretado en que los dos filósofos tocan los temas centrales de su pensamiento. De ahí que el riesgo mayor de un texto como el de Brisville fuera el de privilegiar el aspecto conceptual de la discusión, el de enfrentar no tanto a los hombres Descartes y Pascal (con sus caracteres, sus virtudes, sus defectos, su humanidad), sino a dos posturas meramente intelectuales: el 'Método' versus los 'Pensamientos'. Máxime cuando los temas del debate entre los dos filósofos se enmarcan en un contexto histórico y cultural no inmediatamente aferrable para la mayoría del público: el nacimiento de la ciencia moderna, el jansenismo, las tensiones políticas de la Francia del siglo XVII.
Brisville supera los obstáculos brillantemente. Primero, huyendo de las complejidades y desplegando ante los espectadores la cuestión de fondo del dualismo razón/fe en términos claros y sintéticos (sobre su relación con Dios, le dice Pascal a Descartes: 'Vos lo pensáis, yo lo siento'); y en segundo lugar, construyendo dos personajes 'redondos', dos actitudes ante la vida y el mundo basadas ante todo en los diferentes caracteres y vivencias de los dos pensadores. El ya maduro Descartes mira con distancia -sin dejar de ser cordial- el intenso pathos de su joven contrincante, mientras que Pascal, afectado por las dolencias del cuerpo y arrasado por las tempestades del espíritu, se inflama a menudo defendiendo su visión de la religión. Para ello, se evocan los episodios de la vida de los dos (creo que con algún que otro anacronismo en el caso de Pascal) que ilustran la acción y el pensamiento de los personajes, y a la vez los dotan de una profundidad psicológica que los rescata de las páginas asépticas de los manuales de filosofía. Así Descartes, a medio camino entre su pasado en Amsterdam (ciudad más libre que la atormentada París) y el futuro (y la muerte) que lo espera en Estocolmo al servicio de la reina Cristina de Suecia, nos habla de cómo había tenido que actuar para salvar su vida empuñando la espada; y Pascal, quien ya ha abandonado el camino de la ciencia, recuerda su sufrimiento cuando de niño acompañaba a su padre, recaudador de impuestos.
Texto difícil, decía, porque el diálogo entre los dos personajes deja aparentemente poco espacio a lo visual y prevé un movimiento escénico limitadísimo. Flotats ha recogido el reto del texto y ha realizado una puesta en escena tremendamente efectiva. Una luz de baja intensidad, cálida, que amplifica la de una vela encendida en el primer plano, ilumina un decorado estático constituido por pocos muebles de la época (una mesa central con dos sillas, una banco, y poco más), mientras que los colores oscuros del vestuario y las cortinas evocan la atmósfera de los cuadros de Rembrandt. En este medio, Flotats y Triola construyen su actuación en la expresión vocal, los matices sonoros, los silencios, las miradas, la tremenda expresividad de los gestos mínimos, que consiguen atraer las miradas y embaucar los oídos. Dos grandes intérpretes para una obra que no da respuestas a la disyuntiva aparente entre el pensamiento y el sentimiento.

Encetem temporada, comença l'espectacle!

Amb la celebració de la Festa Major de Manresa,  donem el tret de sortida a la nova temporada del Kursaal.  Us hem preparat una tardor que a...