Una coreografía para ver otras a mujeres shakesperianas
publicat
per http://www.larepublicacultural.es 25 agost 2012
Julio Castro
Lo bueno que tiene la interpretación escénica es que, hasta
las propias artes escénicas, son interpretables. Así que Mercè Grané ha querido
darnos su visión particular de una Julieta que, shakesperiana en origen, que es
repensada desde el alma de una joven mujer, frente al personaje diseñado por un
autor adulto.
Es curioso coincidir en pocos días con formatos que, tan
distintos, se dirigen a un pensamiento común desde ángulos tan opuestos, en los
que, respetando al autor británico, dan visiones tremendamente diferentes de la
captación del personaje femenino en las obras de aquel.
Y es que, si hace unos días veía y escuchaba al gran Rafael
Álvarez en su reciente espectáculo Mujeres de Shakespeare, donde defiende
incondicionalmente la teoría de un autor comprometido con su visión, digamos,
de “la mujer desde la mujer” en su texto teatral, ahora me encuentro con este
formato de danza, en el que seis jóvenes Julietas se combinan y engranan entre
sí para dar vida a un sueño que, pudiendo encontrarse entre las líneas del
dramaturgo, se viven como alternativa a la literalidad del original, pero a
partir de los sueños o los deseos de esa adolescente que se encuentra con un
Romeo cualquiera.
En realidad no encontramos nada de las unas en el trabajo
del otro, ni viceversa, pero tampoco nada contradice los argumentos entre sí,
sino que utilizan medios diferentes y argumentos paralelos, para vivir los
personajes femeninos del autor, en la interpretación de escena.
Aquí el contenido es más fresco, porque se le añade la
inocencia de la juventud, además del deseo de las implicadas. Estas seis
jóvenes van tomando fragmento por fragmento de la historia, ya sea en forma de
solos o de paso a dos, con interludios en los que todo el cuerpo de danza
realiza las transiciones de uno a otro momento. En todo instante, el Romeo
presente-ausente ha perdido protagonismo, de manera que es cada Julieta quien
elige la manera de llevar a cabo su toma de decisión y, partiendo de la falsa
inocencia de Antonio Vega en El sitio de mi recreo, discurre la narración
artística con un hilo conductor que no siempre es fiel a su autor original,
pero que sí refleja lo que una joven podría soñar o desear. Sea balcón, sea el
rayo de luz que desvela la noche con su amado, todo acaba conduciendo a la
estrategia final de ella por lograr traer a su amado, con una pócima que va
pasando de una a otra Julieta, porque todas son una y todas deben dormir hasta
que él llegue.
Aquí el amante no cuenta tanto como ella, es más, es una
parodia de cuento al revés, en el que el príncipe Montesco es rana
(concretamente el muñeco de la rana Gustavo de los Muppets), que la princesa
Capuleto trata de rescatar de su condición. No parece que haya futuro para la
historia, porque el erróneo príncipe acaba por ingerir su veneno.
En este punto, me parece más coincidente encontrarme con la
reinterpretación que Santi Senso hace de este mismo drama, en el que me explica
cómo trata de reequilibrar el peso que se ha deformado con los años en cuanto a
la comprensión del papel de ellos y ellas en las parejas de autores teatrales,
como demostraba recientemente en DesnuDando a los Clásicos. En este caso parece
ocurrir lo mismo, y aunque una Julieta trata de conseguir la daga para
disponerse a seguir a su amado es el resto de sus “yo” los que evitan la
tragedia que cerraría ese absurdo. De esta manera se crea un divertido juego de
persecución en escena para alcanzar la daga o para evitar que la use.
El final es inesperado, o deseado por nuestras Julietas.
La coreografía en su conjunto me parece bastante madura y
bien combinada con los trabajos de solo (dentro del conjunto, o al margen de
él), y deja la sensación de empaque de todo el trabajo. La elección de
indumentaria es sorprendente, porque es completamente anacrónico para su tiempo
en cuanto a las prendas, pero reflejo de unos colores adecuados y ciertas
formas cercanas a su tiempo. En cambio es funcional para la danza y más cercano
a una Julieta adolescente actual.
El juego con luces tendría que trabajarse un poco más, hay
momentos en que la protagonista correspondiente está fuera de foco, y otros en
los que el monocromatismo rojo y de baja intensidad reduce el detalle del
movimiento que se ofrece. Pero en conjunto, todo compensa cualquier posible
deficiencia, porque la coreografía y el trabajo en escena me parecen
interesantes en el planteamiento y composición, y excelentes en la ejecución
del equipo artístico.
Más información
Si tienes 15 años y lees Romeo y Julieta es muy posible que
la historia te atrape por su rebeldía e inocencia. Con 20 o 30 puedes verlo
entre la ternura y el ridículo más absoluto en experiencias propias.
Pero si la inocente Juliera (dejando de lado al pobre Romeo)
se convierte en la protagonista de nuestra historia y decidimos ahondar en sus
verdaderas inquietudes desde la experiencia de los 15. La intensidad de los 20,
y la ya crisis pero sabia mirada de los 30… eso ya es otra cosa.
Nuestra Julieta es sabia, sabe lo que quiere, lo que no y a
veces no sabe… habla si quiere o calla a voluntad. Nuestra Julieta es una
Lolita de su tiempo, capaz de decidir por si sola pese a todos los conflictos
que la rodean. Convirtiéndose el suicidio en un mero trámite. Sexual y tierna,
visceral y temperamental… a su manera. Y no penséis que así es nuestra versión,
esta es la Julieta de Shakespeare, la de 15 años con ganas de descubrir,
experimentar, amar, transgredir y dispuesta a dudar, a envenenarse por la vida
y por Romeo, embriagada por la falta de sensatez de la que todos hemos sido
víctimas alguna vez.
Romper y viajar a través de la danza el trágico arquetipo de
los amantes para que sea una historia nueva, actual y particular gracias a
nuestras seis Julietas… bellas, únicas e irrepetibles. Y saber sin cambiar ni
una sola de las nobles palabras de William Shakespeare cuáles fueron realmente
los pensamientos de Julieta.
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