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7 agost de 2014
El teatro amateur parece no acabar de recibir el justo trato
que se merece, y sobrevive con la frustrada sensación de sentirse un primo
lejano del gran teatro, y no un hijo legítimo.
Formar parte de una agrupación aficionada… …la mejor manera
de conocer desde dentro el arte del teatro en toda su miseria y su esplendor.
El teatro canario en general tiene una deuda pendiente con
el teatro amateur. No solo porque muchos de los nombres que forman parte de la
historia teatral de estas islas nacieron al calor del arte aficionado, sino
porque los grupos y asociaciones que existen a día de hoy mantienen vivo el
arte escénico allí donde se desarrollan. Muchas veces con propuestas que, en la
mayor parte de los casos, nada tienen que envidiar a algunos montajes profesionales.
El teatro amateur, que durante muchos años se inspiró en el
costumbrismo y en espectáculos comerciales de poca monta, ha vivido una
importante transformación y maduración tanto de lo técnico como de lo escénico
en estos años. Dejó de representar los sainetes de los Álvarez Quintero para
ponerse a la tarea de subir a escena dramaturgias más contemporáneas como las
de Samuel Beckett, o incluso Angélica Liddell. Sofisticó sus escenografías y
sus métodos de trabajo. Creó grupos estables con actores y actrices que luego
pudieron dedicarse total o parcialmente al teatro profesional. Forzó la
creación de encuentros de compañías universitarias y festivales que, como el de
Teatro Amateur de El Sauzal, lleva ya este próximo octubre diez ediciones
ininterrumpidas mostrando los trabajos de nuestras mejores compañías
aficionadas. El enorme desarrollo de este teatro ha generado un amplio panorama
que va desde el teatro juvenil o el realizado por agrupaciones de mayores o de
ciegos, hasta el teatro más experimental, el musical, el clásico español, la
comedia romántica o el drama. Gracias a la labor de los y las amateurs hemos
podido ver sobre la escena piezas de García Lorca, Lope, Valle-Inclán, Wilde,
Shakespeare, Alfonso Sastre, Darío Fo, y de canarios como Ángel Camacho, Cirilo
Leal, García Cabrera, Tabares o Irma Correa, entre muchos otros.
Y sin embargo, con todo lo que viene aportando a la vida
teatral de estas islas, con todo el público que mueve y genera en los
municipios donde participa activamente, el teatro amateur parece no acabar de
recibir el justo trato que se merece, y sobrevive con la frustrada sensación de
sentirse un primo lejano del gran teatro, y no un hijo legítimo. Los que hemos
vivido de cerca la vida teatral de alguna agrupación aficionada sabemos el
esfuerzo y la dedicación que hay detrás de cada montaje. Sabemos también lo
importante que es formar parte de un grupo donde tienes que aprender a ser
protagonista de la obra, iluminador, maquillador, escenógrafo, carpintero,
conductor de furgones, taquillero, sastre o simplemente "burro de
carga" de todo el material escénico. Sin duda, la mejor manera de conocer
desde dentro el arte del teatro en toda su miseria y su esplendor. Quien lo
probó lo sabe.
Era imposible citar aquí los nombres de las personas y
compañías que han formado y forman parte del teatro aficionado de las islas.
Tampoco era mi intención nombrarlas. Solo quise dejar claro que quienes
vivimos, a día de hoy, del teatro, sabemos lo que les debemos a esos que lo
hacen por amor al arte.
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