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28 de octubre de 2014
Margot Molina
foto : Paco Fuentes
Belbel dirige en Sevilla ‘Una hora en la vida de Stefan
Zweig’, del autor canario Antonio Tabares, la gran revelación de la dramaturgia
española contemporánea
“En 47 años que llevo en los escenarios no he encontrado
nunca un texto como este de un autor vivo”, dice el actor Roberto Quintana tras
enjugarse las lágrimas después de uno de los primeros ensayos de Una hora en la
vida de Stefan Zweig. Hace dos años Sergi Belbel, uno de los directores más
reputados del país, quedó casi igual de tocado tras la lectura de La punta del
iceberg. Y parece que la reacción es contagiosa.
Antonio Tabares, un periodista de La Palma de 41 años, un
absoluto desconocido para el mundo de la escena hasta que en 2011 obtuvo el
Premio Tirso de Molina, es el responsable de esta ola de entusiasmo en la
escena nacional que ha afectado, entre otros, a José Luis Gómez, a quien le
bastó el pasado año una rápida lectura para decidirse a montar La punta del
iceberg en el Teatro de la Abadía y bajo la dirección de Belbel. ¿Y qué tienen
las obras de Tabares para ganar tantos y tan incondicionales adeptos?
“Una obra tiene que hablar de nosotros mismos. De personas
de carne y hueso y de temas que no nos resulten ajenos; pero eso que parece tan
fácil es lo más difícil. Como decía Lorca: No vamos al teatro a ver qué pasa,
sino a ver qué nos pasa”, contesta el mismo Tabares después de asistir, por
primera vez, a uno de los ensayos de Una hora en la vida de Stefan Zweig, una
obra que el actor y productor Gregor Acuña encontró por casualidad y que, tras
sumarse a la lista de admiradores del dramaturgo canario, decidió montar con
Excéntrica Producciones en Sevilla y bajo la dirección de Sergi Belbel, que
repite autor.
La obra sobre el escritor austríaco será la segunda
producción nacional de un texto de Tabares
“Tabares es una de las voces más interesantes, completas,
complejas y prometedoras de la dramaturgia española contemporánea”, asegura
Belbel, también dramaturgo y guionista.
La obra, cuyo estreno está previsto a finales de febrero en
el Casino de la Exposición de Sevilla —un espacio que permitirá que el público
rodee a los actores—, será la segunda producción nacional de una obra de
Tabares, que ha pasado de ser un desconocido a recibir varias ofertas de las
que rehusa hablar hasta que no sean firmes. “Sí puedo adelantar que he recibido
un encargo de un compositor canario, Alberto Roque, para el libreto de una
ópera de cámara”, apunta Tabares, periodista en el Ayuntamiento de Santa Cruz
de La Palma.
“Yo quiero muchos actores así”, espetó el dramaturgo a
Amparo Marín (Lotte), Roberto Quintana (Zweig) y Gregor Acuña (Fridman) justo
después de terminar el ensayo en una de las salas del Casino de la Exposición
en la que Quintana soltaba, con la impasibilidad de quien ya no espera nada,
frases como: “La vida se ha convertido en algo tremendamente más triste que la
muerte”. “En pleno siglo XX, la humanidad ha retrocedido a la época de las
cavernas”.
STEFAN ZWEIG.
Tabares, con cinco obras publicadas, está especialmente
interesado en cómo los conflictos bélicos afectan a las personas. Además de Una
hora en la vida de Stefan Zweig, que trata la represión nazi, ha escrito
Cuarteto para el fin del tiempo, sobre la estancia del compositor Olivier
Messiaen en un campo de concentración o La sombra de don Alonso, su primera
obra de 1998 —aunque se publicó en 2002 tras recibir el Premio Internacional de
Teatro Pérez Minik de la Universidad de La Laguna— sobre la Guerra Civil en
Canarias. “Me gusta fabular en torno a un personaje histórico, me parece
especialmente fructífero porque los conflictos surgen de esos personajes
sometidos a grandes tensiones”, apunta Tabares, todavía aprendiendo a digerir
el éxito de su trabajo. “Cuando Sergi Belbel me llamó para decirme que el
Teatro La Abadía quería montar La punta del iceberg, lo primero que pensé fue
¿dónde está la cámara oculta?”, afirma el dramaturgo.
“Hay algún demiurgo por ahí que ha movido hilos y ha
funcionado”, dice Belbel convencido para explicar tanta coincidencia alrededor
de quien ya considera un clásico del siglo XXI.
La obra es una fabulación a partir de un hecho real: el
escritor judío-austríaco Stefan Zweig y su esposa Lotte, exiliados en Brasil,
deciden suicidarse el 22 de noviembre de 1942 ante el convencimiento de que el
avance del nazismo es imparable. Tabares introduce en la escena a un personaje
inventado, Fridman, una inoportuna visita que hace que el matrimonio remueva
sus recuerdos y sus miedos en un discurso trufado de referencias literarias,
musicales y pictóricas relacionadas con la obra de Zweig pero que siempre le
conducen al desánimo.
“Nuestro mal reside en el alma y ésta no puede escapar de sí
misma”. Y con esta cita del humanista francés Montaigne, el nuevo clásico del
siglo XXI sintetiza el pensamiento de Zweig.
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