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Teatro Pavón. Madrid
¿No es verdad, ángel de amor, que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla y se respira mejor?", dice Don Juan medio en
pelotas a Doña Inés mientras se lava los sobacos y partes nobles después de
haberse beneficiado a Doña Ana de Pantoja. El estilo de esta puesta en escena
ya está bastante claro sólo con esta adaptación de la famosa escena del sofá
donjuanesca. Y es que el Don Juan Tenorio de la Reina Midas del teatro español
actual (entradas agotadas para todas las funciones antes de sus últimos estenos
como actriz, con El testamento de María, y como directora, con este estreno en
el Teatro Pavón para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, lo avalan) es un
Don Juan que ha levantado algo de polémica por la intención de su directora y
del adaptador Juan Mayorga de desenmascarar al mítico personaje de José
Zorrilla.
El Don Juan Tenorio de Blanca Portillo es un Don Juan muy
estético, fagotizado por un fondo que como idea está muy bien, pero al que le
falta sutileza para llevarlo a la práctica. Y es que en la puesta en escena, a
pesar de contar con aciertos, pesan más los fallos. El mayor de ellos: el
resultar en exceso evidente. La intención de Portillo de subrayar el carácter
deleznable del protagonista parece tan importante para ella que se le ha ido de
las manos el resto de los elementos.
Un actual e impactante escenario grisáceo, un vestuario
urbano bastante darks y una más bien oscura y sugerente iluminación crean un
espectáculo estéticamente atractivo con toques à la Tomaz Pandur, con quien
Portillo trabajó en Hamlet y Barroco, y un aire lynchiano también importante
(la introducción de una mujer embarazada con lágrimas negras pintadas,
interpretando canciones en plan jazzy durante las transiciones, recuerda al
director de Mulholland Drive y parte como algo interesante, aunque acaba resultando
reiterativo y cansino). Hay un batiburrillo que no llega a encajar. El tema
musical, en especial cuando se marca un rap el personaje de Miguel (que causa
un poco de vergüencita ajena, no por cómo lo hace el chico sino por el hecho en
sí) es un detalle que queda completamente descolgado en el conjunto. La
obsesión por la violencia de toda la primera parte acaba resultando repetitiva
(estas escenas además no llegan a resultar creíbles) y uno acaba algo aburrido
de tanta hostia (literal). Los hombres de negro que aparacen escena sí escena
también (esos fantasmas que acosan al protagonista) como idea no están mal pero
resultan también obvios, no resultan todo lo atractivos que podrían ser
estéticamente hablando y no aportan demasiado...
Y a ver, el caso es que estoy de acuerdo con la visión de
Portillo. De lo que no estoy tan seguro es de que sea ella la única a la que se
le haya ocurrido esto (“Creo que ya va siendo de que alguien llame a Tenorio
por su nombre”, dice, lo que me parece algo bastante prepotente, la verdad).
Don Juan siempre me ha resultado un personaje bastante insufrible, un machista
y todo lo que se le quiera llamar (violador, etc). Lo que resulta más
complicado es ir a contratexto, pasando olímpicamente del autor anulando la
redención última del protagonista. Si el resto del espectáculo se puede leer
perfectamente como quiere la directora (a pesar de que la obviedad acabe por no
hacer interesante la historia), esta última escena no funciona. Y no es que
esté de acuerdo con que porque Don Juan se enamore se le perdone todo (ese
romanticismo mal entendido...), nunca me llegó a convencer del todo eso. Pero
el caso es que la manera en que Portillo intenta luchar contra el asunto no
llega a cuajar.
Dicho esto, también hay que decir que este Don Juan Tenorio
tiene grandes aciertos. El mayor, un reparto absolutamente entregado en el que
destaca, por supuesto, el Don Juan de José Luis García-Pérez (tremendo y
extenuante trabajo el suyo). Pero las más gratas sorpresas, y quienes se comen
la función, son la Inés de Ariana Martínez (maravillosa y llena de luz e
ingenuidad, un auténtico descubrimiento) y la absolutamente genial creación de
Beatriz Argüelles como Brígida, juguetona, perversa y manipuladora, que hace de
este papel secundario casi un protagonista. En definitiva, que este Don Juan
Tenorio es un espectáculo atractivo, pero algo fallido. Y es que parece que la
Portillo no comulga con lo de "y sólo en vida más pura los justos
comprenderán que el amor salvó a don Juan al pie de la sepultura.”
+ infoNombre del montaje:
Don Juan Tenorio
Disciplina: Teatro clásico
Director: Blanca Portillo
Autor: José Zorrilla
Adaptación: Juan Mayorga
Reparto: José Luis García-Perez, Luciano Federico, Eduardo
Velasco, Daniel Martorell, Juanma Lara, Francisco Olmo, Alfonso Begara, Alfredo
Noval, Miguel Hermoso, Raquel Varela, Marta Guerras, Beatriz Argüello, Rosa
Manteiga, Ariana Martínez, Eva Martín
Asesor de verso:
Vicente Fuentes
Coreografía:
Verónica Cendoya
Vestuario:
Marco Hernández
Música original y espacio sonoro:
Pablo Salinas
Iluminación:
Pedro Yagüe
Espacio escénico:
Blanca Portillo
Dónde:
Teatro Pavón
Dirección: Embajadores, 9. Madrid
Hasta: 15.02
Horario: Martes y domingos a las 19 h.
De miércoles a sábado: 20 hPrecio: 20 €. Jueves 50% de dto
Venta de entradas: www.entradasinaem.com
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