06 de febrer 2015

Don Juan Tenorio



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Teatro Pavón. Madrid

¿No es verdad, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor?", dice Don Juan medio en pelotas a Doña Inés mientras se lava los sobacos y partes nobles después de haberse beneficiado a Doña Ana de Pantoja. El estilo de esta puesta en escena ya está bastante claro sólo con esta adaptación de la famosa escena del sofá donjuanesca. Y es que el Don Juan Tenorio de la Reina Midas del teatro español actual (entradas agotadas para todas las funciones antes de sus últimos estenos como actriz, con El testamento de María, y como directora, con este estreno en el Teatro Pavón para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, lo avalan) es un Don Juan que ha levantado algo de polémica por la intención de su directora y del adaptador Juan Mayorga de desenmascarar al mítico personaje de José Zorrilla.

El Don Juan Tenorio de Blanca Portillo es un Don Juan muy estético, fagotizado por un fondo que como idea está muy bien, pero al que le falta sutileza para llevarlo a la práctica. Y es que en la puesta en escena, a pesar de contar con aciertos, pesan más los fallos. El mayor de ellos: el resultar en exceso evidente. La intención de Portillo de subrayar el carácter deleznable del protagonista parece tan importante para ella que se le ha ido de las manos el resto de los elementos.

Un actual e impactante escenario grisáceo, un vestuario urbano bastante darks y una más bien oscura y sugerente iluminación crean un espectáculo estéticamente atractivo con toques à la Tomaz Pandur, con quien Portillo trabajó en Hamlet y Barroco, y un aire lynchiano también importante (la introducción de una mujer embarazada con lágrimas negras pintadas, interpretando canciones en plan jazzy durante las transiciones, recuerda al director de Mulholland Drive y parte como algo interesante, aunque acaba resultando reiterativo y cansino). Hay un batiburrillo que no llega a encajar. El tema musical, en especial cuando se marca un rap el personaje de Miguel (que causa un poco de vergüencita ajena, no por cómo lo hace el chico sino por el hecho en sí) es un detalle que queda completamente descolgado en el conjunto. La obsesión por la violencia de toda la primera parte acaba resultando repetitiva (estas escenas además no llegan a resultar creíbles) y uno acaba algo aburrido de tanta hostia (literal). Los hombres de negro que aparacen escena sí escena también (esos fantasmas que acosan al protagonista) como idea no están mal pero resultan también obvios, no resultan todo lo atractivos que podrían ser estéticamente hablando y no aportan demasiado...

Y a ver, el caso es que estoy de acuerdo con la visión de Portillo. De lo que no estoy tan seguro es de que sea ella la única a la que se le haya ocurrido esto (“Creo que ya va siendo de que alguien llame a Tenorio por su nombre”, dice, lo que me parece algo bastante prepotente, la verdad). Don Juan siempre me ha resultado un personaje bastante insufrible, un machista y todo lo que se le quiera llamar (violador, etc). Lo que resulta más complicado es ir a contratexto, pasando olímpicamente del autor anulando la redención última del protagonista. Si el resto del espectáculo se puede leer perfectamente como quiere la directora (a pesar de que la obviedad acabe por no hacer interesante la historia), esta última escena no funciona. Y no es que esté de acuerdo con que porque Don Juan se enamore se le perdone todo (ese romanticismo mal entendido...), nunca me llegó a convencer del todo eso. Pero el caso es que la manera en que Portillo intenta luchar contra el asunto no llega a cuajar.

Dicho esto, también hay que decir que este Don Juan Tenorio tiene grandes aciertos. El mayor, un reparto absolutamente entregado en el que destaca, por supuesto, el Don Juan de José Luis García-Pérez (tremendo y extenuante trabajo el suyo). Pero las más gratas sorpresas, y quienes se comen la función, son la Inés de Ariana Martínez (maravillosa y llena de luz e ingenuidad, un auténtico descubrimiento) y la absolutamente genial creación de Beatriz Argüelles como Brígida, juguetona, perversa y manipuladora, que hace de este papel secundario casi un protagonista. En definitiva, que este Don Juan Tenorio es un espectáculo atractivo, pero algo fallido. Y es que parece que la Portillo no comulga con lo de "y sólo en vida más pura los justos comprenderán que el amor salvó a don Juan al pie de la sepultura.”

+ infoNombre del montaje:
Don Juan Tenorio
Disciplina: Teatro clásico
Director: Blanca Portillo
Autor: José Zorrilla
Adaptación: Juan Mayorga
Reparto: José Luis García-Perez, Luciano Federico, Eduardo Velasco, Daniel Martorell, Juanma Lara, Francisco Olmo, Alfonso Begara, Alfredo Noval, Miguel Hermoso, Raquel Varela, Marta Guerras, Beatriz Argüello, Rosa Manteiga, Ariana Martínez, Eva Martín
Asesor de verso:
Vicente Fuentes
Coreografía:
Verónica Cendoya
Vestuario:
Marco Hernández
Música original y espacio sonoro:
Pablo Salinas
Iluminación:
Pedro Yagüe
Espacio escénico:
Blanca Portillo
Dónde:
Teatro Pavón
Dirección: Embajadores, 9. Madrid
Hasta: 15.02
Horario: Martes y domingos a las 19 h.
De miércoles a sábado: 20 hPrecio: 20 €. Jueves 50% de dto
Venta de entradas: www.entradasinaem.com

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