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23 de setembre de 2015
EFE - Madrid
No es el típico musical, advierten, pero tampoco un cabaré
ni una obra de teatro al uso, "El cabaret de los hombres perdidos" es
una propuesta transgresora sobre el drama de un joven que pretende ser
cantante, y en el camino entra en un salón de tatuajes en el que verá
escenificado cómo puede ser su futuro.
"El teatro actual está muy bien hecho, pero está hecho
dentro de la corrección política", ha apuntado el director artístico de
los Teatros del Canal, Albert Boadella, en la presentación de la obra en una
sala de tatuajes madrileña, un evento que no se ha querido perder porque dentro
de lo que Canal programa hay cosas que le gustan más, y otras menos, pero esta
le gusta mucho, ha dicho.
"El teatro propone aspectos y formas de vivir distintos
de los habituales, y debemos por ello tener ese espíritu transgresor", ha
señalado el fundador de la compañía Els Joglars sobre la obra que llegará el 20
de octubre a los Teatros de Canal, tras su estreno en Zaragoza dos días antes.
Dirigida por Víctor Conde, director de "The Hole
2", "El cabaret de los hombres perdidos" es una drama musical,
con lenguaje de comedia y espacios de cabaré, al que han querido darle una
"teatralidad nueva" para que no se quedara solo en cabaré y fuera una
conjunción de estilos con mucho texto de por medio.
Escrita por los franceses Cristian Siméon y Patrick Laviosa
sobre una idea original del creador Jean-Luc Revol, "El cabaret de los
hombres perdidos" se representó por primera vez en París en 2006 y ha
obtenido, entre otros, un Molière (2007) y seis premios Hugo con la adaptación
argentina, incluido el Hugo de Oro.
Adaptado por Jorge Roelas, la obra versa sobre la vida de
Dicky, papel interpretado por Cayetano Fernández -Pluto en la comedia musical
dirigida por Magüi Mira-, quien tras una persecución entra en un salón de
tatuajes en el que se encuentra con Destino (Ignasi Vidal), con un tatuador
(Armando Pita), y con un transexual, Lullaby (Ferrán González), quienes le
escenificarán su futuro.
Todavía en pleno proceso creativo, la historia surge en un
salón de tatuajes-bar "en un lugar indeterminado del tiempo", ha
añadido el director, y en el que cualquiera podría entrar y su vida cambiaría,
según explica.
Como una especie de "señuelo del destino" describe
Ignasi Vidal a su personaje, que empuja a Dicky a convertirse en una estrella
al mismo tiempo que le lleva al "ocaso como ser humano", según ha
apuntado, y ha reconocido que trabajar con un plantel tan pequeño
"facilita mucho las cosas".
"No es que no quiera un gran musical", ha
advertido ávido el actor que durante años ha vestido el traje de inspector
Javert en el musical "Los Miserables".
Con una coreografía muy armonizada sobre la personalidad de
los propios actores, esta versión de "El cabaret de los hombres perdidos"
mantiene la partitura original en una composición que todos coinciden en que es
algo "nuevo", "diferente" y "trangresor" a lo
visto hasta ahora.
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