Mas denuncia la intrusión en el circuito
teatral aficionado y la precariedad
¿Se es aficionado porque conviene?
José Luis Mas, presidente de la Plataforma de
Teatro Amateur, tiene claro que «eso es economía sumergida». Cuando en la
última edición de Alicante a Escena se trata el salto a la profesionalización
de los aficionados, Mas asegura que en Elche ese debate ya está superado de
hace tiempo.En la Mostra de Teatre Dama d'Elx, que empezó el jueves y que acoge
diez montajes, no hay profesionales que participan en un certamen pensado para
los aficionados, como Mas denuncia que se ha encontrado en otros lugares.
«He visto festivales de teatro amateur donde
estaban inscritas compañías profesionales que conozco», dice. El dinero es la
clave principal para que se entrecrucen mundos separados.
«A los profesionales se les exigen unos impuestos
que los amateurs no pagamos y no lo pagamos porque nuestra base ha de
permanecer siempre la carencia de ánimo lucro», explica.
La situación se complica cuando «si tú por una
función en un festival cobras 1.200 euros; es probablemente mucho más de lo que
vas a cobrar por un bolo profesional porque no están pagando».
«Me han ofrecido cachés de 2.500 euros por
actuar y he dicho que no. Porque no me parecía lo correcto. Dedicar esos 2.500
a un profesional. Yo voy con otras características».
Cuando las administraciones públicas durante
los peores años de la crisis decidieron que no tenían dinero para mantener su
programación, los recortes al sector profesional de la escena fueron brutales y
el caché desapareció. Mas, responsable de la programación del centro ilicitano
L'Escorxador desde el pasado abril, asegura que «nosotros, por suerte, vamos
por la línea [de pagar], pero otros no».
Con una situación de precariedad alargada en
el tiempo y el aumento de la contratación por parte de algunas de las administraciones
a grupos de aficionados, el panorama cambia.
«Lo que se está fomentando por parte de la
industria cultural es que me interese más ser amateur y así generó ingresos y
nunca ser profesional», lamenta. «Muchos profesionales se han adaptado a las
nuevas circunstancias, a las que no deberían haberse adaptado», añade. Mas
apela con rotundidad a la diferenciación de oferta: «Lo que no puedo hacer
nunca es pertenecer al circuito amateur y luego venderme como profesional,
porque no tiene sentido».
De ahí que remarque su opinión de que «el
amateur que entra en el circuito profesional es un intruso y el profesional que
entra en el circuito amateur es economía sumergida».
En el último Alicante a Escena ganó el premio
al mejor montaje con Presas. Un trabajo de Carafur y La Baranda con el que
giran por toda España. «Con mi grupo jamás funcionaría así», señala. «Jamás he
ido a un sitio que no haya sido con taquilla o con fijo más taquilla», asegura,
«pero a caché nunca porque no me parece razonable. ¿Cómo voy a cobrarlo?».
Mas afirma que «los cachés son para las
compañías profesionales, los amateurs tenemos que ir por otras vías: o fijo más
taquilla para que te cubra los gastos (300 o 400 euros) y el resto ya te lo
arreglas tú». «Me parece de vergüenza que a un profesional se le exija ir a
taquilla», remarca, «¿dónde se trabaja así?»
En la convivencia entre ambas partes surge
otro punto de fricción, los espacios donde mostrar las creaciones. «Algunos
profesionales acusan a los amateurs de que ocupamos espacios que no nos
pertenecen y eso no es cierto», argumenta. «¿Por qué no puedo actuar yo en un
teatro? No voy a actuar en las mismas condiciones que un profesional porque no
las quiero».
Gestión de la mendicidad«Hemos llegado al
punto de que la gestión cultural de algunos espacios se hace a través de la
mendicidad», denuncia, «y es una cosa que no se puede consentir ni para los
profesionales ni para los amateurs». Para Mas calificar así las actuaciones de
algunos centros «es un hecho. No estoy visibilizando nada».
Y destaca con orgullo que en su carrera como
gestor cultural en la concejalía de juventud, «me negué rotundamente a que de
una manera u otra hicieran los artistas cosas gratis a no ser que ellos
quisieran».
La justa remuneración del trabajo de un artista
es una vieja petición que en los últimos años se ha ido plasmando en los
llamados Manuales de buenas prácticas.
Especialmente en las artes visuales, en estos
se remarca lo que debería ser obvio, que el trabajo del creador no es gratuito.
Mas razona que «si queremos vender industria cultural y que esta exista, no
puede ser que te digan tenéis que haceros profesionales».
A esa apelación responde con un «ayúdeme,
igual que se ayuda a otras empresas y otros autónomos; que ayuden de verdad
desde las administraciones públicas». «A veces miramos al mundo del teatro como
si fueran profesionales distintos», continúa, «no, son tan profesionales como
cualquier otro y eso no lo acaba de entender la gente, como si no pudiera ser
un empleo de verdad».
«Es una cuestión socio política de que el
artista como hace lo que quiere vamos a machacarlo», finaliza, «¿por qué?».
Publicat per
22 de setembre de 2016
Foto : ROBERTO PÉREZ
MIQUEL HERNANDIS
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