Los navegantes de La Nave, en uno de los
bailes que hacen en el montaje 'Mapas'. /Henar Sastre
El proyecto La Nave Senior reúne en su segunda
experiencia a 54 mayores de 65 años y entierra, con el teatro como hilo
conductor, el dilema de entrar en la tercera edad sin ocio ni alicientes
«¡Dadles caña! ¡Qué se enteren!». Se acaba de
bajar el telón del ensayo general y Chema Viteri, director artístico y padre de
la criatura, da su bendición a las 54 personas que han navegado durante todo un
año por las procelosas aguas del teatro experimental. El barco responde al
nombre de La Nave Senior, y en su segundo viaje ha trazado un mapa emocional
con las vivencias personales de medio centenar de aficionados que ya han
cruzado el umbral de los 65 años. El resultado se representó este jueves y
viernes en el Teatro Calderón, pero es el trayecto la verdadera razón de ser de
una travesía que trasciende del teatro. Se trata de un proyecto vital que
persigue enterrar el dilema de hacerse mayor sin ocio ni alicientes. Como si de
mantras se tratase, 'Mapas' zarpa repitiendo todos estos miedos.
- «Te das cuenta de que la vida se te va y
necesitas hacer cosas».
- «Eres mayor para los jóvenes pero joven para
los mayores».
- «Mi marido murió y necesito cubrir ese
vacío».
El eco de sus conciencias retumba en escena.
Todos ellos llegaron bajo una historia muy concreta y un año después esa
individualidad forma parte de un mapa colectivo. «A García Lorca lo conocí
tarde», grita una voz en off. Fue precisamente el poeta granadino quien dijo
que «aquellos que temen a la muerte, la llevarán sobre sus hombros», y su
mensaje se convierte en estímulo sobre el escenario.
Para la gran mayoría es ésta su primera
experiencia teatral, una iniciativa que les ha cambiado la vida y les ha
aportado enseñanzas que pueden trasladar a su día a día. «Venir cada semana a
ensayar ha supuesto una inyección de juventud para todos nosotros», explica
María Teresa Tejo Vergara, con 84 años la más veterana de la compañía. En su
caso ha tardado casi tres juventudes en cruzar la cuarta pared, pero el
resultado –susurra– ha merecido la pena. Ahora lo alternará con los versos. «Me
gusta escribir poesía», dice orgullosa una de las abuelas más populares de
Becilla de Valderaduey.
- «Planifico a corto plazo porque no sé si
mañana voy a estar viva», retumba en el teatro.
Más que estar, sentirse vivo es otro de los
pilares sobre los que se asienta La Nave. «Para personas como nosotros supone
revitalizar nuestro tiempo de ocio ahora que disponemos de más», apunta Susana
Herreras, quien pese a coordinar la red de teatro de la Junta de Castilla y
León durante más de dos décadas nunca hacía cruzado de manera decidida la
cuarta pared. «Nunca me había planteado subirme a un escenario y un día me dije
¿por qué no?». Ahora está encantada. «Nos ha sacado algo que teníamos dentro y
no sabíamos que teníamos, y que nos hacen sentir jóvenes», añade quien, en un
determinado momento del montaje, se mete en la piel de la joven que fue víctima
de La Manada en los Sanfermines.
Ella, como alguno de sus compañeros, ya formó
parte de la primera mini Nave que llevó a escena la adaptación teatral de 'El
festín de Babette' bajo la dirección y dramaturgia de Antonio Álamo y Pepa
Gamboa.
Una de las escenas que ha dejado el montaje
'Mapas'.
Una de las escenas que ha dejado el montaje
'Mapas'. / HENAR SASTRE
En ese mismo reparto también estuvo José Luis
Piñada, teatrero aficionado desde hace más de veinte años en grupos como Trece
de Mayo, en Laguna de Duero, que pese a sus tablas ha descubierto aspectos que
le eran desconocidos. «He aprendido cosas durante todo este tiempo que jamás
había visto», esgrime, sin ningún reparo en reconocer que, pese a su
experiencia, tuvo cierto tembleque «en la pierna izquierda» el primer día «que
tuve que decir algo en público». Aquel fue el primer día que La Nave le robó la
siesta...
Su caso está en las antípodas del que le ha
tocado protagonizar a Julio Alonso Zancada, otro de los navegantes que La Nave
ha recuperado para el teatro después de años 'secuestrado' por culpa de unas
gafas. «Hice teatro cuando estaba en el colegio San Luis, pero a los 11 años me
pusieron gafas por una miopía galopante y lo tuve que dejar», explica Julio
sobre una historia, la suya, que ahora ha encontrado su final feliz. «Desde
entonces no había vuelo a hacer teatro y es ahora cuando me he librado de las
gafas cuando he podido volver», comenta, enganchado también desde hace un año
al curso ofertado en el Festival de Teatro Clásico de Olmedo o al de verso
impartido por Jesús Peña (Teatro Corsario).
La Nave Senior nació como un lugar de
encuentro y formación que hasta el pasado mes de marzo no supo si iba a
culminar en una representación. Fue entonces cuando todos tuvieron que trazar,
a modo de redacción, una serie de reflexiones sobre temas de plena actualidad
como la eutanasia, la justicia, la soledad o la vida en una residencia. Todos
aquellos bosquejos se sintetizaron en un guion que han ido perfilando y
madurando durante los últimos dos meses. Y con esa experiencia adquirida, la
mayoría quiere repetir en la convocatoria que verá la luz el próximo otoño. Es
el caso de Rosa Mª Acero, de 68 años, que durante más de treinta años ha
dirigido el teatro infantil del colegio San Francisco de Asís pero que nunca
había dado el paso de subirse al escenario. «Me lo he pasado muy bien y me he
reído mucho con adultos, algo que necesitaba», asegura, sobre un proyecto que,
en su opinión, «va mucho más allá del teatro». En buena medida, el éxito
depende de los profesores Marta y Félix, «son geniales y con una paciencia
infinita», añade, al unísono con Mariadela Álvarez. «Toda mi vida he sido muy
teatrera pero esta experiencia ha sido muy bonita. Te das cuenta de que en la
vida todo pasa», matiza Mariadela.
Abrir puertas
De ese guion último de 'Mapas', montaje que muy
probablemente vuelva a subir a escena el próximo mes de noviembre, son
responsables tanto Marta Ruiz de Viñaspre como Félix Fradejas, los dos tutores
que han apadrinado a este grupo y llevado el rumbo de La Nave desde el primer
día. «Nos hemos encargado de abrir puertas para que sepan cómo funciona desde
dentro el teatro y conozcan a la bestia desde sus entrañas, aunque lo más
importante es dar la oportunidad a una generación que no ha tenido el acceso
que hay ahora a la cultura y abrirles una puerta que han tenido cerrada durante
mucho tiempo», señala Félix, en un discurso que suscribe, palabra por palabra,
su compañera Marta. Ninguno ha visto un solo impedimento en la edad de sus
alumnos. Al contrario. «No he visto personas mayores sino gente con inquietudes»,
sostiene Marta, para quien «todos nos movemos en las mismas emociones aunque
las manifestemos de forma diferente».
Da igual que los alumnos tengan 20 años, caso
de los miembros de La Nave Junior, o que hayan cumplido los 70, caso de La Nave
Senior. No hay edad para cruzar paredes. La clave es mantener intacta la
inquietud y el interés por seguir aprendiendo. Y a partir de ahí, atender a las
sabias palabras de García Lorca, el poeta al que nunca es demasiado tarde
descubrir. «Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir»...
PUBLICAT PER
Luis Miguel de Pablos
Valladolid
Sábado, 23 junio 2018