23 de maig de 2007
MARTA MOREIRA
VALENCIA.
VALENCIA.
La adaptación musical del clásico de la comedia española «Bienvenido Mister Marshall», un «atrevimiento» largamente madurado por el realizador José Antonio Escrivá, se ultima a contrarreloj en el Teatro Principal de Valencia, donde se estrenará mañana y donde permanecerá hasta el 10 de junio. José Sancho, Pep Cortés, el humorista Arévalo y la ex «OT» Lidia Reyes encabezan el reparto de esta «macroproducción», concebida como un musical estilo Broadway, pero que no por ello renuncia a la copla y el pasodoble.
El espectáculo -que requirió previamente la adquisición de los derechos de Berlanga, Juan Antonio Bardem y Mihura- ha sido financiado íntegramente por la Generalitat Valenciana con un millón y medio de euros, y nace con vocación de permanencia en los carteles de éste y otros teatros españoles, aunque todavía no se han afianzado acuerdos para la gira.
Composición musical
El director y compositor valenciano Joan Cerveró ha sido el artífice de esta conversión al género musical, para la que ha sido necesario instruir a los actores con clases de claqué, flamenco, tango, pasodoble y musical americano. No hay que esperar por tanto un espectáculo al estilo de Andrew Lloyd Webber, sino un montaje de tono más popular, que trata de transmitir la misma imagen «atávica, pasional, surrealista y mordaz» de su referente cinematográfico.
La música incidental que adereza los momentos más graciosos de la película se sustituye en el escenario por partes musicales de jazz (compuestas por Cerveró), alternadas con las coplas más famosas de Concha Piquer, como «La bien pagá», «María de la O», «Suspiros de España» o «En tierra extraña» -más populares que las de la banda sonora original- además de una miscelánea de géneros folclóricos que Lidia Reyes, joven producto de «Operación Triunfo», simultaneará con sus primeros pasos en la interpretación actoral. Una big band de jazz de 35 músicos, dirigidos por el saxofonista José Luis Granell, interpretará las canciones en el mismo escenario.
Lidia Reyes encarna a Carmen, «la máxima estrella andaluza de la canción», cuyo pretencioso manager (José Sancho) embrolla al ingenuo alcalde Don Pablo (Pep Cortés) para engalanar la población castellana de Villar del Río con la intención de dar la bienvenida al «amigo americano», y de paso rascar algo del milagroso Plan Marshall.
Arévalo (que cada vez se muestra más interesado por la interpretación) tiene en la obra un papel corto, pero efectivo. Dicen que sorprende su inusitada habilidad para bailar claqué.
«Odiosas» comparaciones
A ninguno de los protagonistas del montaje se le escapa el riesgo de sufrir comparaciones con uno de los elencos más aplaudidos de la historia del cine español. Competir con las hilarantes interpretaciones de Pepe Isbert y Manolo Morán «sería pretencioso», añade además Pepe Sancho.
La grandeza de la película de Berlanga, Bardem y Mihura no sólo reside en sus giros cómicos sino en su capacidad para llevar lejos la crítica social y política, sorteando aun así los largos tentáculos de la censura franquista de 1952.
Esta historia irónica sobre las ilusiones rotas y el aislacionismo es perfectamente trasladable al tiempo actual, en opinión de José Sancho, que polemiza aludiendo a que «todavía quedan muchos pueblos en España con el mismo espíritu de solidaridad, y donde se suceden promesas incumplidas. En esta obra se habla del ferrocarril y hoy se podría hablar del AVE».
Escenografía móvil
La escenografía, a cargo de Paco Azorín -profesional experimentado en óperas y musicales como «Grease»- es muy próxima a la estética de la película. En ella se observa la impronta del director José Antonio Escrivá que, en su condición de hombre de cine (éste es su primer experimento en el teatro musical) ha pedido la construcción de dos plataformas móviles con las que recrear el dinamismo de las escenas del celuloide. El equipo técnico se completa con Nicolas Fischtel, responsable habitual de, entre otros trabajos, la iluminación del Ballet Nacional.
Desgraciadamente, el delicado estado de salud del director valenciano Luis García Berlanga le impedirá asistir al estreno de la obra, aunque aseguran fuentes cercanas al montaje que está «entusiasmado» con la idea de llevar al teatro una de sus obras maestras, al igual que se hizo con «El Verdugo».
El espectáculo -que requirió previamente la adquisición de los derechos de Berlanga, Juan Antonio Bardem y Mihura- ha sido financiado íntegramente por la Generalitat Valenciana con un millón y medio de euros, y nace con vocación de permanencia en los carteles de éste y otros teatros españoles, aunque todavía no se han afianzado acuerdos para la gira.
Composición musical
El director y compositor valenciano Joan Cerveró ha sido el artífice de esta conversión al género musical, para la que ha sido necesario instruir a los actores con clases de claqué, flamenco, tango, pasodoble y musical americano. No hay que esperar por tanto un espectáculo al estilo de Andrew Lloyd Webber, sino un montaje de tono más popular, que trata de transmitir la misma imagen «atávica, pasional, surrealista y mordaz» de su referente cinematográfico.
La música incidental que adereza los momentos más graciosos de la película se sustituye en el escenario por partes musicales de jazz (compuestas por Cerveró), alternadas con las coplas más famosas de Concha Piquer, como «La bien pagá», «María de la O», «Suspiros de España» o «En tierra extraña» -más populares que las de la banda sonora original- además de una miscelánea de géneros folclóricos que Lidia Reyes, joven producto de «Operación Triunfo», simultaneará con sus primeros pasos en la interpretación actoral. Una big band de jazz de 35 músicos, dirigidos por el saxofonista José Luis Granell, interpretará las canciones en el mismo escenario.
Lidia Reyes encarna a Carmen, «la máxima estrella andaluza de la canción», cuyo pretencioso manager (José Sancho) embrolla al ingenuo alcalde Don Pablo (Pep Cortés) para engalanar la población castellana de Villar del Río con la intención de dar la bienvenida al «amigo americano», y de paso rascar algo del milagroso Plan Marshall.
Arévalo (que cada vez se muestra más interesado por la interpretación) tiene en la obra un papel corto, pero efectivo. Dicen que sorprende su inusitada habilidad para bailar claqué.
«Odiosas» comparaciones
A ninguno de los protagonistas del montaje se le escapa el riesgo de sufrir comparaciones con uno de los elencos más aplaudidos de la historia del cine español. Competir con las hilarantes interpretaciones de Pepe Isbert y Manolo Morán «sería pretencioso», añade además Pepe Sancho.
La grandeza de la película de Berlanga, Bardem y Mihura no sólo reside en sus giros cómicos sino en su capacidad para llevar lejos la crítica social y política, sorteando aun así los largos tentáculos de la censura franquista de 1952.
Esta historia irónica sobre las ilusiones rotas y el aislacionismo es perfectamente trasladable al tiempo actual, en opinión de José Sancho, que polemiza aludiendo a que «todavía quedan muchos pueblos en España con el mismo espíritu de solidaridad, y donde se suceden promesas incumplidas. En esta obra se habla del ferrocarril y hoy se podría hablar del AVE».
Escenografía móvil
La escenografía, a cargo de Paco Azorín -profesional experimentado en óperas y musicales como «Grease»- es muy próxima a la estética de la película. En ella se observa la impronta del director José Antonio Escrivá que, en su condición de hombre de cine (éste es su primer experimento en el teatro musical) ha pedido la construcción de dos plataformas móviles con las que recrear el dinamismo de las escenas del celuloide. El equipo técnico se completa con Nicolas Fischtel, responsable habitual de, entre otros trabajos, la iluminación del Ballet Nacional.
Desgraciadamente, el delicado estado de salud del director valenciano Luis García Berlanga le impedirá asistir al estreno de la obra, aunque aseguran fuentes cercanas al montaje que está «entusiasmado» con la idea de llevar al teatro una de sus obras maestras, al igual que se hizo con «El Verdugo».
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada