No era nada
fácil. Deconstruir, es decir, deshacer analíticamente los elementos que
constituyen una estructura conceptual, mostrando así contradicciones y
ambigüedades, no lo es; crear, o sea, construir un nuevo orden, elaborar una
relación innovadora, a partir de elementos preexistentes, tampoco. Sin embargo,
Teresa Alonso sale airosa de la prueba. No solo en lo que a la dramaturgia se
refiere, también en lo relativo a una interpretación de altos vuelos.
Aplicando a la
creación artística lo que Santiago Ramón y Cajal afirmaba de la construcción
científica: “se eleva a menudo sobre las ruinas de teorías que pasan por
indestructibles” y que “no hay cuestiones agotadas, sino hombres agotados”,
Alonso pone al servicio de su obra esos “tónicos de la voluntad” que son la
curiosidad, la imaginación y el entusiasmo. Hablamos de Degenera2, la obra de
teatro experimental que se viene representando desde hace varias semanas en la
sala alternativa La Puerta Estrecha, situada en el barrio madrileño donde nació
Gloria Fuertes, una mujer que fue capaz de vivir y escribir con total libertad,
y quien probablemente no se habría perdido esta función.
La
deconstrucción, término acuñado hace medio siglo por el filósofo francés
Jacques Derrida a partir de las ideas de Martin Heidegger acerca de los
análisis etimológicos de la historia de la filosofía, niega que existan
principios estructurales universales y plantea una estrategia para invertir las
categorías filosóficas tradicionales y desmontar que toda oposición se tenga
que presentar como un enfrentamiento entre dos estructuras binarias
jerárquicas: existencia-esencia, ser humano-animal, naturaleza-cultura,
alma-cuerpo, sensibilidad-inteligencia, consciente-inconsciente, habla-lectura,
dentro-fuera o, como es el caso que nos ocupa en este comentario, la relación
hombre-mujer.
En la
filosofía clásica, este enfrentamiento lleva a que una de las dos estructuras
resulte dominante, pero, una vez que el sistema se ha desmontado, se evidencian
sus paradojas y aporías. Lo que los deconstructivistas vienen a decir es que la
supuesta “roquedad” de ciertas certezas no es tal, sino que se han construido
sobre un suelo de arenas movedizas.
Más allá de la
filosofía, la deconstrucción suele utilizarse en la teoría y crítica literarias
para evidenciar las falsedades, fallas o debilidades que oculta una teoría o un
discurso. De esta manera se puede demostrar que la claridad aparente de un
texto no suele ser tal. Al desmontar la estructura del lenguaje que utiliza un
texto, sus diversas significaciones quedan expuestas, mostrando las múltiples
lecturas posibles
La
deconstrucción revisa y disuelve el canon y plantea que la retórica puede
envolver algo sin sentido o con un sentido polisémico, lo que, a su vez, puede
dar lugar a una múltiple diseminación. No es un método, sino una actitud
radicalmente nueva contra la sistemática empleada clásicamente para leer e
interpretar los textos, que parte de la base que el lenguaje, como el entorno
cultural, no es una estructura estable, sino que sus elementos están en
constante transformación, intercambiándose unos con otros, y ninguno de ellos
es totalmente definible porque su definición depende de su diferencia de los
demás.
Desmontaje
Degenera2 es
una obra de teatro experimental en la que se aborda la deconstrucción de una
estructura tenida por cierta en otros momentos históricos: la del género, la
estructura hombre-mujer, y contra la que se rebelan en la actualidad grupos
sociales, más o menos numerosos, en la convicción de que todo orden es
susceptible de invertirse. Plantear desaprender lo aprendido para crear una
nueva realidad exige una aguda inteligencia por parte de la autora, pide una
puesta en escena de gran carga simbólica y hace necesaria una interpretación
singular por parte de los personajes protagonistas de la obra.
Y, a decir
verdad, sorprende muy favorablemente la originalidad estilística con la que se
resuelve todo. La sencillez (dos personajes en diálogo permanente, salpicado de
cierta ironía, interpretados por la propia autora, Teresa Alonso, y por Abel
Ferris, codirector de la obra), la economía de medios (un plástico traslúcido
separa el escenario en dos y actúa como frontera entre el personaje masculino y
femenino, mientras que dos maniquíes desnudos cuelgan frente a ellos; las
atmósferas van cambiando a través del texto y los sonidos hasta que el plástico
se rasga y la frontera desaparece, haciéndose visible el otro de cada uno) y la
belleza del lenguaje (a veces raya en la prosa poética). Son estas herramientas
con las que Teresa Alonso consigue involucrarnos en la operación de desmontaje,
aunque ella, a diferencia de lo que propugna el “no método” de Derrida y sus
seguidores, no se queda solo en los márgenes dejando entrever otras
posibilidades, sino que también afirma y niega, toma partido.
Estamos ante
un texto con muchas capas, en el que se invita a participar a los espectadores,
a que sean espectadores activos (cuasi actores-autores), a plantearse si es
raro o degenerado todo lo que se sale de los patrones clásicos de conducta, a
considerar si no será precisamente lo ambiguo o contradictorio lo tenido por
cierto, lo incuestionable: “Queremos mostrar que el género es más un constructo
social que genético y cuestionar lo que es considerado ‘normal’ y adentrarnos
en lo retorcido, lo discriminado, lo degenerado. Se trata de desnudar al
público y, una vez desnudo, enfrentarle a su propio cuerpo, dejando a un lado
los prejuicios y lo aprendido. Deconstruir el cuerpo: desaprender para volver a
aprender más allá de la epidermis y poder llegar al fondo”. Se trata de no
quedarse en la capa más superficial de la piel, sino bajar hasta encontrar la
verdadera carne. Se trata de responder a la pregunta ¿dónde está la normalidad?,
si bien se corre el riesgo de que el espectador, que ha sido motivado a bajar
al fondo para encontrar la respuesta, encuentre al llegar que la normalidad,
como la verdad, está en el fondo de un pozo sin fondo.
Mirada
condicionada
En cualquier
caso, el talento de Teresa Alonso hace que, a través de distintos espejos, nos
replanteemos la manera con la que miramos al otro y a nosotros mismos, una
mirada condicionada hasta ahora por lo que hemos conseguido ser y por lo que
otros esperan que seamos. Sin duda, lo consigue con un lenguaje claro y
directo, sin las opacidades que a veces dificultan la lectura y compresión de
los textos derridianos. Y con una interpretación que muestra la excelente
actriz en la que se ha convertido, a pesar de su juventud.
Degenera2 se
representa en la sala La Puerta Estrecha, en el madrileño barrio de Lavapiés,
aunque, paradójicamente, se trata de una obra de puertas anchas y abiertas en
cuanto al texto, al montaje, a la representación y al concepto de interacción
con el público se refiere. Si pueden, no dejen de verla y de participar en
ella. Probablemente, después de la función las cosas se vean de otra manera, se
esté o no de acuerdo con los planteamientos deconstructivos de la autora.
Publicat per
Degenera2.
Foto: FurieRules.
José González
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