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29 de juliol de 2014
El dramaturgo Sergi
Belbel (EFE/ Felipe Trueba )
Sergi Belbel es uno de los autores contemporáneos más
destacados de la escena española y sus obras han sido traducidas a una veintena
de idiomas.
"Por suerte, a nosotros lo digital no nos hace daño,
porque nuestra esencia es el encuentro con la gente", argumenta el
dramaturgo. "Hay una cantidad enorme de autores que escriben teatro en
catalán. Yo me sentía el portavoz de todos ellos", confiesa.
Hace casi treinta años, el dramaturgo catalán Sergi Belbel
renunció a la carrera de Filología porque prefería "ser un escritor que
hiciera historia, en vez de un académico que la enseñara". El tiempo acabó
dándole la razón. Hoy, Sergi Belbel i Coslado (Terrassa, 1963) es uno de los
autores contemporáneos más destacados de la escena española y sus obras han
sido traducidas a una veintena de idiomas. Con apenas 21 años, Belbel conoció
al dramaturgo y director José Sanchis Sinisterra (Valencia, 1940). Fue un
encuentro revelador que cambió su vida. Y el teatro, que hasta entonces sólo
había sido un pasatiempo, se transformó en su pasión. Un año después, una
compañera de la universidad, que hoy es su esposa, le animó a presentarse al
premio Marqués de Bradomín para Autores Jóvenes. Concurrían 96 obras, algunas
de autores consolidados. Minimal show, de Belbel, fue la ganadora y Sanchis
puso a su disposición su grupo para que la montara. ¿Tú que prefieres, estudiar
a los demás o que los demás te estudien a ti?Julio Murillo, un catedrático de
Filología francesa que le estaba dirigiendo la tesis, le hizo entonces la que
Belbel define como "la pregunta de su vida": "¿tú que prefieres,
estudiar a los demás o que los demás te estudien a ti?". Ese día, su
pasión se transformó también en su profesión. "Cuando ves tus obras en
otros países, en otros idiomas, te das cuenta de que a pesar de las diferencias
conectan igual con el espectador. Hay algo subyacente, la teatralidad, que no
conoce fronteras", explica. "El lenguaje del arte dramático es
universal. Por suerte, a nosotros lo digital no nos hace daño, porque nuestra esencia
es el encuentro con la gente", enfatiza. La obra de Belbel es una muestra
de universalidad "Pertenezco a una cultura extraña (la catalana), que
nunca ha tenido una consideración de Estado. Mis personajes no tienen nombre,
en mis obras no se citan ciudades, todo está en un terreno ambiguo". Ahora
que ya no dirige el Teatre Nacional de Catalunya, Belbel ha decidido hacer
todas las cosas que fue postergando desde el año 2006 y una de ellas era
conocer Chile, donde al igual que en el resto de Latinoamérica sus obras están
siempre presentes en las escuelas de actuación y en los principales teatros.
Esta semana, el creador de Caleidoscopios impartió un taller de escritura para
autores y dramaturgos titulado La teatralidad como juego, mantuvo un encuentro
directo con el público en el Centro Cultural de España y concluyó con una
conferencia acerca de ¿Por qué escribir teatro en el siglo XXI? "Yo soy un
autor que dirige, no un director que escribe", confiesa. Por eso le hizo
tanta ilusión que le encargaran la dirección del Teatre Nacional de Catalunya.
"Hay una cantidad enorme de autores que escriben teatro en catalán. Yo me
sentía el portavoz de todos ellos", confiesa. Belbel fue consciente de que
su misión era proteger y estimular la creación teatral. Rodeado de un buen equipo
de colaboradores, el autor de Móvil hizo posible una treintena de producciones
para potenciar la creación de los dramaturgos jóvenes. También él fue una joven
promesa, reconocida en 1996 con el Premio Nacional de Literatura Dramática por
su obra Morir y en 2000 con el Premio Nacional de Teatro. Ahora la historia se
repite y Sergi Belbel se siente orgulloso de que sus discípulos estrenen obras
en Berlín, en Londres o en el Piccolo Teatro di Milano. La dramaturgia catalana
está en un muy buen momento, y la española también"La dramaturgia catalana
está en un muy buen momento, y la española también, pero tenemos un problema
muy grande, y es que no hay dinero", se lamenta. "Es una paradoja.
Como no tenemos recursos para estrenar, tenemos que estrujarnos el cerebro. La
suerte del teatro es que, a diferencia del cine, no necesitamos mucho
dinero". De ahí han surgido las experiencias de microteatro al aire libre
o en espacios muy reducidos que recuerdan los tiempos del teatro independiente,
comenta Belbel, un declarado admirador de Els Joglars, Comediants o la Fura
dels Baus, grupos surgidos a finales del franquismo con la voluntad de
recuperar la libertad y renovar la escena teatral. "Se está volviendo a
los tiempos del teatro independiente, pero con mucha más formación y calidad.
Nos estamos posicionando en el mundo. Es una evolución salvaje y tensa".
Ya no hay que coger la mochila y subirse al tren para ir al Festival d'Avignon,
como hacía el joven Sergi. "Ahora se nos conoce fuera", afirma con
orgullo. "Bueno, si estoy aquí en Chile, ¡por algo será!".
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