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10 de setembre de 2009
ROBERTO HERRERO
CRÍTICO DE TEATRO
Pensaba que iba a resultar muy difícil ver a nuestros municipales y muy europeos gestores culturales poniendo el teatro al frente de sus inquietudes, encabezando sus desvelos a la hora de conformar una programación. Pero no, ese momento ha llegado. Las cabezas pensantes, puestos a reducir el presupuesto, han decidido que el teatro no sólo encabece el pelotón, sino que se destaque con unos cuantos kilómetros de ventaja.
Como es normal, en estos tiempos hay menos dinero para programar, eso lo entendemos todos. Lo que parece más complicado es encajar que hasta el año que viene el ¿Teatro? Victoria Eugenia sólo programe una obra. Sí, de acuerdo, Un dios salvaje es una producción de lo más apetecible, con Maribel Verdú y Aitana Sánchez Gijón frente a frente en un texto de Yasmina Reza, la autora de Arte. Se agradece el detalle, pero, ¿no llega para nada más? ¿Tan rápido hemos pasado de aquella abundancia inicial a precios populares, y justo antes de unas elecciones municipales, a este erial?
Un vistazo al Principal, nuestro segundo escenario aunque esté pidiendo la excavadora a gritos, no mejora para nada el panorama. La aparición de la compañía Hika con la obra en euskera Aitarekin bidaia es todo el alimento teatral para el trimestre
El resto, seis títulos, llega a los centros culturales. En Lugaritz y Gasteszena veremos un pequeño grupo de montajes para público minoritario. Suele ser una noticia que en este tipo de espectáculos se llegue a los 150 espectadores. Son piezas de bajo coste. Eso no quiere decir que sean malas, destaca la presencia de Vicky Peña, pero sí poco atractivas para la mayoría. Montajes de pequeño formato y muy alejados del interés de un público que, por otra parte, responde de maravilla cuando se le ofrece material que les anime a gastarse los euros. Si esta ciudad no da para un par de buenos montajes de teatro al mes en el Victoria Eugenia, apaga y vámonos... ¿a la capitalidad cultural?
10 de setembre de 2009
ROBERTO HERRERO
CRÍTICO DE TEATRO
Pensaba que iba a resultar muy difícil ver a nuestros municipales y muy europeos gestores culturales poniendo el teatro al frente de sus inquietudes, encabezando sus desvelos a la hora de conformar una programación. Pero no, ese momento ha llegado. Las cabezas pensantes, puestos a reducir el presupuesto, han decidido que el teatro no sólo encabece el pelotón, sino que se destaque con unos cuantos kilómetros de ventaja.
Como es normal, en estos tiempos hay menos dinero para programar, eso lo entendemos todos. Lo que parece más complicado es encajar que hasta el año que viene el ¿Teatro? Victoria Eugenia sólo programe una obra. Sí, de acuerdo, Un dios salvaje es una producción de lo más apetecible, con Maribel Verdú y Aitana Sánchez Gijón frente a frente en un texto de Yasmina Reza, la autora de Arte. Se agradece el detalle, pero, ¿no llega para nada más? ¿Tan rápido hemos pasado de aquella abundancia inicial a precios populares, y justo antes de unas elecciones municipales, a este erial?
Un vistazo al Principal, nuestro segundo escenario aunque esté pidiendo la excavadora a gritos, no mejora para nada el panorama. La aparición de la compañía Hika con la obra en euskera Aitarekin bidaia es todo el alimento teatral para el trimestre
El resto, seis títulos, llega a los centros culturales. En Lugaritz y Gasteszena veremos un pequeño grupo de montajes para público minoritario. Suele ser una noticia que en este tipo de espectáculos se llegue a los 150 espectadores. Son piezas de bajo coste. Eso no quiere decir que sean malas, destaca la presencia de Vicky Peña, pero sí poco atractivas para la mayoría. Montajes de pequeño formato y muy alejados del interés de un público que, por otra parte, responde de maravilla cuando se le ofrece material que les anime a gastarse los euros. Si esta ciudad no da para un par de buenos montajes de teatro al mes en el Victoria Eugenia, apaga y vámonos... ¿a la capitalidad cultural?
