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19 de novembre de 2008
JOSÉ MANUEL VILLAFAINA MUÑOZ
QUÉ ha pasado con el Festival Internacional de Teatro y Danza Contemporáneos de Badajoz? No entendemos el cambio de orientación echando a perder la apreciada imagen de un Festival significado y consolidado. ¿Por qué se llama ahora Festival de Teatro de Badajoz borrando su carácter internacional y su vínculo con la danza? ¿Por qué se ha eliminado la participación de compañías europeas y latinoamericanas? ¿Por qué no se hacen actividades paralelas? ¿Por qué faltó la animación teatral en varios puntos de la ciudad? ¿Por qué disponiendo de un considerable aumento de presupuesto se han reducido las compañías a la mitad? ¿Por qué su selección -concretada a propuestas de Cataluña, Madrid y Extremadura- no ha ofrecido una participación más representativa del panorama teatral español? ¿Por qué la programación se ha nutrido de 'bolos' del teatro comercial, que confunden la orientación del original Festival vanguardista y la posibilidad de reencontrar su esencia como fenómeno de comunicación para un público capaz de valorar esa alternativa teatral?
La 31 edición no responde a las expectativas, de prestigio y personalidad, del Festival pacense. Su programación de 11 compañías mal organizadas -con lagunas en el calendario de representaciones- sólo ha expresado el carácter dominante hoy día de los eventos con producciones que, puntualmente, se pueden ver en otras fechas de temporada: todo un surtido envuelto en papel celofán de espectáculos comerciales -elencos 'con trayectoria' o con actores de renombre- del escaparate 'cultural' cotidiano, reunidos a lo largo de dos semanas.
Un surtido en el que resalta la mediocridad y la decepción. Sólo destacaron dos espectáculos: 'La cena' de Els Joglars, inteligente reflexión satírica en torno al medio ambiente, que A. Boadella resuelve con indudable maestría en un espacio austero; y la ya clásica 'Cartón Village', de Teatrapo, fábula sin palabras sobre la pobreza, con montaje menos incisivo pero inundado de ideas divertidas.
Los malos resultados organizativos y artísticos del evento no aportan nada a un Festival «fiel a su objetivo de crecer y de innovar», que en otros años logró saltos cualitativos en la selección de espectáculos comprometidos con las nuevas tendencias y metas concretas -en jornadas y talleres con un alto nivel de coherencia, rigor y profesionalidad- sobre el papel que juegan los festivales trascendentes como lugar de encuentro y de diálogo. Y cabe recordar a sus organizadores, en los que hasta ahora había preponderado la modestia del sentido común al desbordamiento de la apariencia, la apuesta por la creación desde los comienzos del 'Festival Internacional de Teatro y Danza Contemporáneos de Badajoz', consolidado por el Patronato 'Badajoz 2000' (creado por Ibarra / Montesinos), tras meses de polémicas y presiones de grupos culturales. Con el cambio del evento hay dos Festivales de Teatro de Badajoz: uno, el del López de Ayala y otro, el del Auditorio Municipal (que organiza la concejala Rodríguez Píriz). El primero con mucho presupuesto y el segundo con poco. Pero ambos con producciones semejantes a las de la época del NO-DO.
19 de novembre de 2008
JOSÉ MANUEL VILLAFAINA MUÑOZ
QUÉ ha pasado con el Festival Internacional de Teatro y Danza Contemporáneos de Badajoz? No entendemos el cambio de orientación echando a perder la apreciada imagen de un Festival significado y consolidado. ¿Por qué se llama ahora Festival de Teatro de Badajoz borrando su carácter internacional y su vínculo con la danza? ¿Por qué se ha eliminado la participación de compañías europeas y latinoamericanas? ¿Por qué no se hacen actividades paralelas? ¿Por qué faltó la animación teatral en varios puntos de la ciudad? ¿Por qué disponiendo de un considerable aumento de presupuesto se han reducido las compañías a la mitad? ¿Por qué su selección -concretada a propuestas de Cataluña, Madrid y Extremadura- no ha ofrecido una participación más representativa del panorama teatral español? ¿Por qué la programación se ha nutrido de 'bolos' del teatro comercial, que confunden la orientación del original Festival vanguardista y la posibilidad de reencontrar su esencia como fenómeno de comunicación para un público capaz de valorar esa alternativa teatral?
La 31 edición no responde a las expectativas, de prestigio y personalidad, del Festival pacense. Su programación de 11 compañías mal organizadas -con lagunas en el calendario de representaciones- sólo ha expresado el carácter dominante hoy día de los eventos con producciones que, puntualmente, se pueden ver en otras fechas de temporada: todo un surtido envuelto en papel celofán de espectáculos comerciales -elencos 'con trayectoria' o con actores de renombre- del escaparate 'cultural' cotidiano, reunidos a lo largo de dos semanas.
Un surtido en el que resalta la mediocridad y la decepción. Sólo destacaron dos espectáculos: 'La cena' de Els Joglars, inteligente reflexión satírica en torno al medio ambiente, que A. Boadella resuelve con indudable maestría en un espacio austero; y la ya clásica 'Cartón Village', de Teatrapo, fábula sin palabras sobre la pobreza, con montaje menos incisivo pero inundado de ideas divertidas.
Los malos resultados organizativos y artísticos del evento no aportan nada a un Festival «fiel a su objetivo de crecer y de innovar», que en otros años logró saltos cualitativos en la selección de espectáculos comprometidos con las nuevas tendencias y metas concretas -en jornadas y talleres con un alto nivel de coherencia, rigor y profesionalidad- sobre el papel que juegan los festivales trascendentes como lugar de encuentro y de diálogo. Y cabe recordar a sus organizadores, en los que hasta ahora había preponderado la modestia del sentido común al desbordamiento de la apariencia, la apuesta por la creación desde los comienzos del 'Festival Internacional de Teatro y Danza Contemporáneos de Badajoz', consolidado por el Patronato 'Badajoz 2000' (creado por Ibarra / Montesinos), tras meses de polémicas y presiones de grupos culturales. Con el cambio del evento hay dos Festivales de Teatro de Badajoz: uno, el del López de Ayala y otro, el del Auditorio Municipal (que organiza la concejala Rodríguez Píriz). El primero con mucho presupuesto y el segundo con poco. Pero ambos con producciones semejantes a las de la época del NO-DO.
