03 de novembre 2008

.. Y abrió el teatro

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26 octubre de 2008

Tras más de dos décadas cerrado por la desidia y falta de comprensión de las administraciones públicas, ayer se abrió al público el Circo de Marte con una obra de Luis Cobiella Cuevas. No se colgó el cartel de no hay billetes y los políticos intentaron llevar a la gloria lo que en verdad ha sido un fracaso a su gestión.

VÍCTOR MARTÍN,
Santa Cruz

Se han perdido tantos años que el reencuentro con las tablas se tiñe de amargura. En medio de la reinauguración, de la ansiada apertura, se entremezcla la sensación confortable de ver rejuvenecido el teatro Circo de Marte, tan imponente como antaño, con la idea de que todo en realidad es un engaño, un intento mayúsculo por glorificar un fracaso que duró más de dos décadas, de noches de cultura privadas de la memoria y que ahora, sin más, se vende con una expectación que realmente no existe o que, al menos, no fue capaz ni tan siquiera de llenar todas las butacas del coliseo en la primera función abierta al público.

Es cierto que ayer fue un día histórico. Pero lo fue simplemente por cumplir una deuda ciertamente vergonzante con el pasado, producto de una desidia colectiva, de todas las administraciones y de políticos de todo signo, un abandono que ayer estaba representado en la función de gala por la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor; el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero; su homologo en el Cabildo Insular, José Luis Perestelo, y el alcalde de Santa Cruz de La Palma, Juan Ramón Felipe, que sin sonrojarse, más bien al contrario, asumieron como propio el protagonismo, sus minutos de gloria sobre el escenario, para mostrar su orgullo, su satisfacción, por la apertura del inmueble.

Quizás lo justo hubiera sido abrir el teatro para todos en una función común. Sin diferenciar entre los invitados, aquellos que quiso la organización, y el pueblo al que le han sido robados tantos años de espectáculos de calidad por la falta de un escenario adecuado. Pero no. A las ocho de la tarde se inició el estreno para los "privilegiados" y, más tarde, superadas las diez de la noche, se abrieron las puertas para el resto de espectadores. En el fondo, tal vez sobraron, por sentido común, las intervenciones que abrieron la gala. Mejor abrir y callar.

El encuentro con los artistas sí fue gustoso. Atractivo, rico, atrayente... sencillamente genial. Inmaculada Marrero se asomó al piano, lo "acarició", durante 25 minutos, mientras que la soprano Candelaria González y Orlando Niz hicieron temblar con la firmeza y la dulzura de sus voces al Circo de Marte. Sí, fue como antaño. Cerrar los ojos para revivir, hace ya tantos años, aquellas obras del pasado y también, ¿por qué no?, las añejas peleas de gallos que alteraban el teatro. Ni las pinturas nuevas, ni ese olor a butacas restauradas, restan pasión a un recinto coqueto, donde el "gallinero", en la zona alta, sigue teniendo el mismo sabor de generaciones pasadas.

El final, los últimos 35 minutos, fueron un premio. El reconocimiento de un pueblo agradecido. Luis Cobiella Cuevas es algo más que un compositor, algo más que un antiguo diputado del común, algo más de un licenciado en Ciencias Químicas... es seguramente un genio poco conocido. Nacido en 1927, merecía, necesitaba incluso, sentirse querido, reconfortado por su gente.

Y sí, el Circo de Marte se abrió con una de sus obras, "SanBorondón, poema sinfónico desde una isa", con letra del periodista y escritor Luis Ortega, interpretada por una orquesta que pareció, fue la sensación, llevar toda una vida unida por los mismos músicos, aquellos que, al contrario, se entremezclaron, eran nada menos que 53, para crear, por un día, por poco más, la impresionante Orquesta de Reapertura del Teatro Circo de Marte, con la actuación también del Coro Polifónico de la Universidad de La Laguna. Enfrente de todos, como pieza dominante, el maestro Ángel Camacho Bermúdez.

Antes de abrirse las puertas, ni tan siquiera habían aparecido las autoridades, un grupo de policías locales se concentraron frente a las puertas del teatro para exigir mejoras salariales. El Circo de Marte tampoco se merecía aquella protesta. Hay más días, muchos más, para exigir lo propio.

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