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Aquí está una vez más el acierto en mayúsculas
de una obra. Ellos dos nos bastan. Pero hablemos un poco dónde encontramos este
mágico y real tándem. Estreno en el Teatro Nacional de Catalunya, en Barcelona,
sentados ante la escenificación del texto de Arthur Schnitzler "El
professor Bernhardi", traducción de Feliu Formosa y adaptación de Lluïsa
Cunillé que fija la duración de la obra en tres horas, ¡y qué tres horas!
Xavier Albertí, como siempre, en el programa
de mano se encarga de forma excelsa de introducirnos en la obra y el autor.
Manténganse todos estos programas bien archivados para la próxima publicación
de todos ellos. Necesaria y vital, es esta labor de documentación escrita de
cada obra como legato también teatral.
Así, que no os hablo yo ni reescribo esas
peculiaridades ni biográficas ni históricas que conlleva esta obra, ni marco
social. Os hablo de la obra como presente escénico. Cuando te planteas como
público una expectativa de este calibre, te sientas en la butaca preparado para
un largo viaje lleno de sensaciones. Silencio. Oscuro y empieza.
La magnitud de la sobriedad de la escenografía
de Lluc Castells y Jose Novoa te invaden con una intensidad inicial que no
asumes puesto que la velocidad de inicio del texto junto al rápido movimiento escénico
te obligan a concentrarte intelectualmente, no quieras acaparar y aprehender
todo en esos diez minutos iniciales; sigue escuchando y relájate. Una vez más,
Lluis Homar hace fluir el texto, el personaje, la acción, la sobria y tajante
relatoría del texto; maneja los silencios la mirada y no-mirada sin que nada
quede al azar. Se intuye un personaje hilado a medias entre el espacio de
libertad que queda en el espacio de intersección que respiran actor y director.
Y ese respeto no queda calculado en el paraguas de la frivolidad de la
inteligencia sino en la sabiduría teatral que emanan Homar-Albertí y
Albertí-Homar.
A medida que avanza, todo empieza a latir a un
ritmo que asumes ya más orgánicamente. "Siempre he tenido la costumbre de
decir a la cara aquello que pienso", dice Bernardi. De manera continua te
sumerges ya en el irónico y fresco sentido común de Bernhardi, sentido común al
fin y al cabo, y te sientes entre soliviantado y consolado a la vez, ante tanta
verdad verbalizada y tanta coherencia de ser, sin abrumarse, sólo siendo.
Sigue: "¿Tenemos que aceptar el juego de los roles políticos sea cuál sea
su precio?", ...."Aunque hoy seas ministro, no dejes de ser un
médico". Y el duelo oratorio sigue con Dr.Flinnt, que añade: "...eterna
lucha entre la luz y las tinieblas, y una vez más la política es espada del
bien y del mal".
En todo ese marco de un gran texto, gran
director y gran actor, no estuvo a la altura todo el reparto. Me faltó más
actitud corporal sutil, que fuera sello de cada personaje, sin excentricidades
ni gesto fácil, pero sí un aire que impregne cada palabra y personaje, detalles
que también cada actor ha de cuidar por sí mismo, no todos hicieron sus
deberes, e incluso hay quien a medida que hayan actuaciones se le notará fluir
el texto; y ser camaleón en el personaje y no mantener nombre propio. Así,
siempre está a la altura el gran Oriol Genís, una vez más al servicio
no-discreto de su personaje, y brilló Roger Casamajó. Alber Pérez supo también
camuflarse. Pep Cruz paseó el texto y el personaje respirando y dominando.
Albert Prat espero que llegue a crecerse mucho más, seguro, en esa dualidad de
juventud y a la vez peso del personaje.
A lo largo del texto, Bernhardi-Homar siguen
sumando, ambos con la misma fuerza: "Este Dios inalcanzable debe tener sus
razones"; "A los enemigos hay que aceptarlos allá donde los
encuentres; a los amigos, los escojo yo".
En la segunda parte me resulta más interesante
el juego espacial de los personajes. Lo de las continuas sombras en las caras,
entiendo que son todavía ajustes técnicos de Ignasi Camprodon, que firma la
iluminación, o rebeldías de actores, o algún actor que necesita marcas en el
escenario. A su vez, recalco el trabajo de Camprodon, con una luz realista, sin
juegos ni lenguaje complementario gratuito. Toni Santos, en la caracterización
estuvo muy discreto. El vestuario de María Araujo no me convenció ni por su
regularidad ni irregularidad. Xavier Albertí como compositor musical, relató
los intermedios de manera impecable y exacta manteniendo el respiro a la par
que la tensión de la obra; y como director siempre regala alguna sutil
pincelada artística que no os quiero desvelar. Eso es TEATRO.
Grandes aplausos y gran ovación para un elenco
importante que supo crear equipo.
Anna Jarque
Obra: "El professor Bernhardi" -
Autor: Arthur Schnitzler - Traducción: Feliu Formosa - Adaptación: Lluïsa
Cunillé - Dirección: Xavier Albertí -
Intérprete: Lluís Homar - Teatro Nacional de Catalunya, Barcelona -
Hasta el 20/03/2016
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