03 d’abril 2014

Las entretelas de "Los miserables"



publicat per
28 de març de 2014
J. L. ARGÜELLES

El musical del año en el Principado, en el que ayer debutó la asturiana Sofía González, utiliza 2.000 prendas de ropa

Sólo Sofía González Sánchez, asturiana de nueve años, confesaba anoche abiertamente que estaba "un poco nerviosa". Carlos Fernández, desde los gobiernos de la regiduría del teatro de Laboral, acababa de dar el preceptivo aviso: "Queda media hora para la función". Así que esta alumna del CRA Castrillón-Illas se dejaba aconsejar de sus compañeros de tablas, de igual edad pero con más experiencia, Nacho Rodríguez y Martina Vidal, Gavroche y Cossete en "Los miserables", el musical que volvió a llenar ayer y que estará en Gijón hasta el próximo 6 de abril.

El hormigueo que decía sentir Sofía, una de las tres niñas asturianas seleccionadas entre un centenar de aspirantes para hacer el papel de Eponine, estaba justificado. Era su debut y un teatro como el de Laboral, con sus 1.200 localidades y un escenario de 20 metros de largo por 16 de ancho, siempre impone. Más si se va actuar en el musical que más años lleva en cartelera, desde 1985. "He estudiado mucho", decía a la puerta de su camerino, bien prendidas las manos a las de Nacho y Martina.

A esa hora, media hora antes antes de que la persuasiva historia de Víctor Hugo volviera a deslumbrar al público, la regidora de "Los miserables", Helena Gimeno, vigilaba sus monitores, incluida una cámara con infrarrojos, desde su puesto de mando: "Estar aquí es muy estresante". Su trabajo consiste en que todo salga bien. Vigila la sincronización de los 40 cambios de escena que precisa este musical, con 39 automatizaciones y 33 telares. "Todas las medidas de seguridad son pocas y todo ha de pasar un montón de filtros", explica. ¿Y si falla algo? "Hay un plan b para casa cosa". Y aclara su papel de gran coordinadora: "Yo no digo cómo deben hacerse las cosas, sino cuándo deben hacerse". El espectáculo, que mueve más de cien artistas y técnicos, debe asemejarse a un mecanismo de precisión. Casi nada de lo fundamental se improvisa.


Llevar "Los miserables" a escena requiere 90 toneladas de material que ocupan 11 camiones. Viajan con la compañía hasta las secadoras de las pelucas. Al profano que asoma sus narices entre las bambalinas le resulta fácil imaginar que Gurutze Esteban, responsable de vestuarios, maneja algo así como un caos de 2.000 prendas y 500 trajes. Hay actores de este musical que hacen 14 cambios de vestuario. Nicolás Martinelli, que anoche cantaba las cuitas de Jean Valjean, tiene que cambiar su ropaje de una escena a otra en minuto y medio; le ayudan cinco personas. Carlos Delgado y Jair Saiz maquillan y colocan las pelucas a actores y actrices. Logran que Jean Valjean vaya envejeciendo en sólo dos horas. Organización y precisión. No hay otra manera de que este musical de multitudes salga adelante. De ahí un curioso letrero en el que se lee: "No me toquéis el Fli-Fli".

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