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27 octubre de 2014
Miguel Gabaldón
Teatro Valle-Inclán. Madrid
Hongos alucinógenos, mares de gente desnuda abrazándose,
vídeos absurdos, elefantes rosas, realidad y sueño, todo se entremezcla en el
último proyecto de Alfredo Sanzol, La calma mágica, que se puede ver en el
Teatro Valle-Inclán de Madrid. Un texto de uno de los más especiales
dramaturgos y directores españoles de la actualidad, que sabe encontrar en la
ligereza la profundidad.
Oliver, creador teatral en crisis, toma de la mano de Olga
unos hongos alucinógenos que le harán ver su futuro en una oficina y la cadena
de disparatados acontecimientos que seguirán al momento en el que le graban en
un vídeo quedándose dormido frente al ordenador. Futuro y pasado, realidad y
ficción diluyen sus fronteras en una alucinación que llevará a Oliver y al
público a través de un viaje absurdo por los recovecos de la mente de Sanzol.
El escenario es sencillo, con unos paneles de madera recubriéndolo todo. La
iluminación y la juguetona música apuntalan la acción en determinados momentos.
Dejando jugar por el escenario a unos entregados actores a los que Sanzol ha
tocado con una varita mágica, dejándoles sin zapatos, transitando sin hacer
ruido y caminando con unos pies que, tal vez o tal vez no, están hechos para
pisar sin protección el mundo por el que se mueven. Fantástico, divertido y
finalmente muy emocionante el obsesivo Oliver de Iñaki Rikarte, trasunto del
propio autor. Aitor Mazo regala un Martín (el que graba el vídeo en cuestión)
absolutamente genial, ejemplo perfecto del macho cazador que se puede encontrar
en cualquier jungla (urbanas también). Sandra Ferrús es una delicioso Olivia
(secretaria de Martín atraída por Oliver). Y Mireia Gabilondo interpreta una
Olga que navega de forma divertida entre su carácter de jefa de oficina y
repartidora de monguis. Sin olvidar la abogada de Aitziber Garmendia, que es un
papel brevísimo pero da un toque a la función. Todos navegan por un espectáculo
divertido que fluye como ese agua, elemento simbólico (botellas, iluminación,
lluvia y texto lo apoyan) omnipresente, con sus "corrientes superficiales
y subterráneas".
En definitiva, que La calma mágica es un trayecto lúdico con
momentos de hermosa poética (ese sueño de Olivia con su familia es una
maravilla) y abundantes risas (la obsesión de Oliver por defender su intimidad
e intentar borrar el vídeo en cuestión es genial y plantea además temas de
actualidad como la pérdida de control sobre tu propia imagen) que acaba
desembocando en un bello y emotivo homenaje del propio Sanzol a su padre
fallecido. Una reflexión acerca del poder creador, de cómo a veces la realidad
nos parece un sueño y los sueños la realidad y sobre la necesidad de no
desfallecer. Como Sanzol por la boca del protagonista dice: “La felicidad está
en la realidad…y también está en los sueños”. Y un poquito también en La calma
mágica.
Nombre del
montaje: La calma mágica
Disciplina: teatro
contemporáneo
Director: Alfredo
Sanzol
Autor: Alfredo
Sanzol
Reparto: Sandra
Ferrús, Mireia Gabilondo, Aitziber Garmendia, Aitor Mazo, Iñaki Rikarte
Escenografía Alejandro
Andújar
Vestuario Ana Turrillas
Iluminación Xabier Lozano
Música Iñaki Salvador
Ayudantes de dirección Aitziber Garmendia y Vito Rogado
Coproducción de Centro Dramático Nacional y Tanttaka Teatroa
Vestuario Ana Turrillas
Iluminación Xabier Lozano
Música Iñaki Salvador
Ayudantes de dirección Aitziber Garmendia y Vito Rogado
Coproducción de Centro Dramático Nacional y Tanttaka Teatroa
Dónde: Sala
Francisco Nieva. Teatro Valle-Inclán
Dirección: Pza.
de Lavapiés s/n
Hasta: 09.
11
Horario: De
martes a sábado 19:00 h. Domingo 18:00 h.
Venta de entradas:www.entradasinaem.es
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