Del 05 al 10 de octubre 2017
En: Madrid, Teatro de la Comedia
Tras su estreno en Almagro, el Teatro de la
Comedia, sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC-INAEM), presenta
'La dama duende', una versión del clásico de Calderón de la Barca que dirige
Helena Pimenta. La versión de Álvaro Tato recupera una de las obras más famosas
del dramaturgo y poeta del Siglo de Oro. Comedia de capa y espada, presenta un
enredo amoroso con intrigas caballerescas y duelos, a la vez que reflexiona
sobre el azar, los celos y las luchas de las mujeres para hacer valer sus derechos.
En palabras de la directora, “tras La vida es
sueño y El alcalde de Zalamea, obras que ha dirigido en la CNTC, mi inquietud
sobre los temas calderonianos ha aumentado y no deja de sorprenderme cómo el
autor los trata desde otra mirada en La dama duende. Es una obra con estructura
circular y dinámica que alberga un extraordinario verbo y unos personajes
contradictorios. Una comedia que divierte, entretiene y critica con ironía las
costumbres de una sociedad que tiene encerrada a una mujer viuda, incapaz de
superar la ruina que su caballero la ha dejado. Entre el sueño y la realidad,
entre la risa y el asombro, las palabras de Calderón nos descubrirán, una vez
más, situaciones relativas a la mujer, a los sentimientos, al engaño, a la
libertad. Situaciones que proceden de nuestro pasado lejano y cercano e incluso
de nuestro presente. El humor se aliará con nosotros para perder el miedo a
enfrentarlas”.
Interpretada por, en orden de intervención,
Rafa Castejón, Álvaro de Juan, Marta Poveda, David Boceta, Paco Rojas, Joaquín
Notario, Nuria Gallardo, Cecilia Solaguren y Rosa Zaragoza, La dama duende es
para Álvaro Tato “una pieza clave de nuestra herencia literaria, teatral y
cultural; una obra maestra que, como su protagonista, nos arrastra a su juego
para invitarnos a ser quienes queramos y a inventar nuestro propio destino”.
Para el autor de la versión, la ilusión es la
“palabra clave de este montaje, como una manera de estar en el mundo, de
inventarse, de crearse; queremos invocarla en los espectadores para que sean
quienes quieran ser”. Un ingrediente que junto al humor sienta los cimientos
del texto de Calderón. “En nuestra versión hemos querido respetar la música del
verso calderoniano y a la vez facilitar la comprensión de locuciones y giros
hoy en desuso, realizando numerosas intervenciones léxicas y sintácticas para
que el espectador actual deguste el sonido áureo sin dejar de entender cada
parlamento”.
En esta obra maestra florece el arte cómico
del Calderón más irónico, descarado y fresco; tocadas por la gracia, escritas a
pinceladas cortas y precisas, sus escenas mantienen un delicado equilibrio: las
peripecias amorosas, condicionadas por sutiles relaciones familiares; los
duelos, persecuciones, escondites y equívocos; y, como en todas las grandes
comedias, la sombra de una tragedia posible: la del honor, que se disuelve en
el laberinto de sus rígidas contradicciones. “La fantasía nos libera. La
imaginación abre pasadizos a nuevas realidades, funda nuevos vínculos, nos da
nuevos nombres, nos vuelve humanos”, recuerda Tato.
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