26 de febrer 2013

Dos son multitud




Mònica Bofill dirige en el Teatre Akadèmia 'Constel·lacions', de Nick Payne, una comedia que utiliza la pareja para hablar de la posibilidad de universos paralelos

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22 de febrer de 2013
foto : Dani Arrebola y Marianne, en 'Constel·lacions' Teatre Akadèmia

Obra de Nick Payne, dirigida por Mònica Bofill Teatre Akadèmia
La teoría física de los universos paralelos, que defiende la existencia de múltiples realidades independientes pero que, de alguna manera, corresponden a un mismo "multiverso", es el punto de partida de Constel·lacions, pieza de Nick Payne que Mònica Bofill dirige (también se ha hecho cargo de la traducción) en el Teatre Akadèmia.
La obra, presentada como “una comedia romanticuántica”, se basa en las repeticiones de una misma situación en la que los dos protagonistas, Roland (espléndido Dani Arrebola) y Marianne (verosímil Sílvia Ferrando), responden de diferente manera. Es, pues, una propuesta que, a partir de una aparente sencilla historia de pareja, reflexiona sobre el tiempo y el libre albedrío. Él es un apicultor. Ella trabaja en la universidad, estudiando los enigmas del cosmos. Se conocen en una barbacoa y… La condición de posibilidad nos mostrará todos los espectros de una vida en común.
La austera escenografía (firman Carlota Masvidal y Jennifer Sotillo) demuestra que con pocos recursos (hoy, que vemos tanta pirotecnia) se puede acompañar el relato, y fortalecer su idea-fuerza. Un cubo iluminado en el suelo, y otros tantos colgados de manera desordenada en el techo, ambientan una galaxia, íntima y compartida, que se estructura como el cuento El jardín de senderos que se bifurcan de Borges: “infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades”.
Interesante trabajo también el juego de luces (se nos indica cada repetición con un apagar y encender los focos, como si fuera un microtelón) y el movimiento de los actores, que parecen realizar una suerte de danza derviche en el sentido de la agujas del reloj, ofreciendo una vez más una alegoría acerca del tiempo y sus potencialidades.
Los momentos de comicidad tienen gancho. Es, pese a estar hablándonos de física cuántica, una propuesta básicamente divertida. Cuando los primeros síntomas de la enfermedad aparecen, y el miedo corta el ritmo impregnado de humor, ambos actores se presentan en paralelo, en dos líneas de luz que no se tocan. Aquí la yuxtaposición es inviable. La oscuridad que los separa bien podría entenderse como el misterio de los agujeros negros que somos incapaces de resolver. El fracaso es siempre el mismo: “no hay una explicación lineal”.
El mérito del texto de Payne, así, es ir ofreciendo escenas domésticas (una declaración de amor, un reencuentro, o una confesión) para acabar disparando preguntas sin respuesta. Si el futuro es uno y muchos a la vez, si todo está ya escrito, qué importancia tiene cada una de nuestras decisiones. Cómo lanzar al aire la dichosa moneda.

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