31 d’agost 2017

«El florido pensil», en clave femenina veinte años después



El nuevo montaje de la obra de Andrés Sopeña supone una mirada crítica e irónica de la escuela franquista

En 1997 la compañía vasca Tanttaka llevó a escena «El florido pensil», adaptación a las tablas de un ensayo, de título homónimo, de Andrés Sopeña Monsalve, que ofrece una visión crítica e irónica del sistema de la educación nacionalcatólica. La producción fue, recuerda Fernando Bernués, director del grupo y del montaje, «muy modesta. Hasta pedí que me prestaran los pupitres de madera de mi antiguo colegio de curas. La compañía atravesaba por un momento de penuria económica y todos estábamos en situaciones complicadas, por lo que se hizo con mucho esfuerzo, pero también con enorme ilusión».

El esfuerzo mereció la pena. Se convirtió en un éxito inesperado, que tuvo versiones en catalán, gallego, vasco y castellano, se representó en numerosímas plazas y alcanzó una dimensión que soprepasó la teatral. «A los primeros que sorprendió esa magnífica acogida -comenta Fernando Bernués- fue a nosotros. Por fortuna, esa es una de las grandezas del teatro, que nunca sabes cuál va a ser la respuesta del público. No hay recetas».

Amas de casa modélicas
Ahora retoman la pieza, pero con un giro fundamental. Apunta Bernués: «En el montaje primitivo, los protagonistas eran masculinos. Pero siempre creímos que debía abordarse también desde el lado femenino. Al pedirnos una reposición en su veinte aniversario, vimos la oportunidad de hacerlo. La educación, mejor deseducación, de esa época tenía especialmente claros los objetivos en relación con las mujeres: reducirlas a un papel de amas de casa, esposas y madres modélicas y sumisas». Mireia Gabilondo, codirectora de «El florido pensil. Niñas», subraya: «Se inculcaba que el hombre era poco menos que el representante de Dios en la familia. Había reglas para la mujer ideal que resultan espeluznantes».

La puesta en escena es fiel a la original, pero incorpora nuevas escenas
Y los dos están de acuerdo en que la traslación al ámbito femenino reviste mayor actualidad, ya que «todavía hoy existen situaciones incrustradas que tienen vinculación con aquel modelo patriarcal. Hasta en detalles como los anuncios, donde casi en su práctica totalidad son las mujeres las que se ocupan de las tareas domésticas». A pesar de que muchas mujeres que de niñas fueron aleccionadas para ese cometido han hecho el camino inverso. En este sentido, Nuria González -una de las protagonistas de la obra, junto a Esperanza Elipe, Mariola Fuentes, Chiqui Fernández y África Gozalbes- explica: «Hemos intentado superar el lavado de cerebro, pero eso implica arrastrar una gran cantidad de culpa».

Humor catártico
En «El florido pensil. Niñas», aclaran sus responsables, «lo más importante es que se trata de la mirada de mujeres actuales, que repiensan y exorcizan ese periodo y esa escuela. Y lo hacen desde la ironía liberadora y el humor catártico. Es como curarse las heridas con la risa. La obra tiene especial enganche para quienes vivieron esa educación en primera persona, pero también para generaciones posteriores que se preguntan cómo pudo ser así. Se propicia un encuentro intergeneracional enriquecedor».

Fernando Bernués y Mireia Gabilondo manifiestan también: «El punto de vista es crítico, pero con el sistema y el modelo. Lo que no significa que, incluso en ese negro contexto, dejara de haber maestros concretos que podamos recordar con afecto». Por otro lado, señalan: «Aunque se mantiene la estructura de la pieza originaria, con cinco personajes, antes masculinos y ahora femeninos, basados en cinco prototipos sociológicos, hay escenas nuevas como por ejemplo en todo lo relativo al mundo del ocio».

«El florido pensil. Niñas»

Teatro Marquina. Madrid (Prim, 11). A partir del 30 de agosto

Publicat per
Una escena de la obra, ayer durante un ensayo - Belén Díaz
CARMEN R. SANTOS

Encetem temporada, comença l'espectacle!

Amb la celebració de la Festa Major de Manresa,  donem el tret de sortida a la nova temporada del Kursaal.  Us hem preparat una tardor que a...