10 de gener 2006

'El fantasma de la ópera' bate a 'Cats' como récord de Broadway


la vanguardia
10 gener 2006

La comedia musical de Andrew Lloyd Webber alcanza 7.486 representaciones en Nueva York en 18 años y recauda más de 600 millones de dólares.

LA VANGUARDIA
10/01/2006Agencias.
NUEVA YORK
El fantasma de la ópera, la comedia musical de Andrew Lloyd Webber inspirada en la novela de Gaston Leroux, tenía que batir ayer (al cierre de esta edición, la gala no se había aún celebrado) el récord de longevidad en Broadway, tras 18 años de carrera ininterrumpida en los teatros neoyorquinos.
Con la 7.486 ª representación, el espectáculo destronará a Cats, otra creación de Lloyd Webber, que poseía hasta ayer el récord de permanencia en cartelera. Para celebrarlo, estaba previsto iniciar, tras la sesión, un espectáculo cuyos detalles se guardaban en el secreto más estricto y un baile de máscaras en el hotel Waldorf Astoria. "Nunca hubiera imaginado que una obra pudiera superar a Cats", dijo recientemente el compositor británico Andrew Lloyd Webber, de 57 años, a la publicación especializada Playbill. com.
Desde su estreno en Nueva York en enero de 1988, El fantasma de la ópera sigue seduciendo a las multitudes norteamericanas. En dieciocho años, once millones de espectadores han acudido a presenciar la obra y 600 millones de dólares (otro récord para Broadway) han sido recaudados. El 2005 fue el mejor año, con cerca de 39 millones de dólares en taquilla.
El espectáculo fue representado por primera vez en Londres en 1986, y posee el récord de entradas vendidas, con más de 3.200 millones de dólares (tres veces más que el filme Titanic).En todo el mundo, El fantasma de la ópera ha tenido 65.000 representaciones. Ochenta millones de espectadores en 119 ciudades de 24 países han visto la obra, que cuenta la historia de un hombre enmascarado que habita los subterráneos de la Ópera de París y se enamora de una soprano.
Una reciente visita al Majestic Theatre recuerda por qué El fantasma de la ópera se convertirá en el espectáculo más longevo de la historia de Broadway. Empieza por su escenografía suntuosa y profusa y sigue con un vestuario opulento que transporta al espectador a una edad fabulada. Añádase una producción dinámica diestramente dirigida por Harold Prince, donde la acción se desarrolla desde los sótanos a los tejados en un flujo ininterrumpido. Salpiméntese con la coreografía de Gillian Lynnès, una más que adecuada evocación de la danza del siglo XIX en la Ópera de París.
Y además, considérense los efectos de circo tan gratos a las multitudes. Al fantasma encaramándose de repente sobre el escenario, incluso sobre el arco del proscenio, y su voz espectral tronando desde todos los rincones del edificio. Fuegos mágicos alzándose a sus órdenes, un lago subterráneo iluminado por velas flotantes y enormes candelabros brotando de las aguas. Un hombre ahorcado cayendo desde lo alto de la escena y la célebre lámpara de araña sobre el público. Y después está la ópera: pseudomozartiana y expresionista interpretada (supuestamente por el fantasma) como espectáculo dentro del espectáculo.
Y está, sobre todo, la música de Andrew Lloyd Webber, que a veces intenta emular la ópera, cuando no parodiarla en realidad. Y hay ese absurdo, casi operístico argumento que podría hacer empalidecer al libretista más desatado.
También, y quizá sea lo más importante, está el protagonista, herido en el rostro y en la psique, pero capaz de hacer milagros sobrehumanos, que permite que cada espectador pueda proyectar en él sus sueños de gloria. Edgar Allan Poe vive, y bien, en el Majestic, sin que el público necesite ninguna información explicativa. Un musical, por último, que tiene de todo, desde rock hasta rap. La música de Lloyd Webber tiene una orquestación rimbombante y tonadas banales, sacarina melódica, a veces previsible. Pero, cuando la obra entra en su 19. º año,
El fantasma no evidencia signos de envejecimiento. Y Howard McGillin, que ha asumido el liderazgo, puede ser el mejor fantasma de todos. Lloyd Webber, cuyos otros grandes éxitos incluyen Jesucristo superstar y Evita, dice que pocos musicales en las últimas décadas tienen un argumento tan escapista y tan proclive a susictar el romance. Cameron Mackintosh, el productor, cree que hay una mezcla del mito de la bella y la bestia con el amor imposible que toda persona ha sentido alguna vez.

El pipican del Pati del Café Nou

La tarda vespre del divendres 1 de novembre vaig estar a punt de ser agredit (no sé si és la paraula correcte) per un gos mentre el propieta...