28 de gener 2006

La Reina destronada

diario de jerez digital
28 gener 2006

La Reina destronada
'We will rock you', el musical inspirado en las canciones de Queen, no defrauda a los 'fans' que acudieron al estreno en el coliseo jerezano

javier fernández
triunfo. Una escena del musical durante la representación del jueves en el Teatro Villamarta
FRANCISCO SÁNCHEZ MÚGICA
Algo huele a podrido en el mundo del espectáculo y no es precisamente en los bolsillos de May y Taylor (dos grandes rockeros que nunca mueren), repletos por royalties con mucho glamour (y menos pudor). Aunque si algo no se le puede reprochar a los auspiciadores y promotores del musical We will rock you, que se estrenó en el Teatro Villamarta con algo más de media entrada de público el pasado jueves y que permanecerá en la ciudad hasta mañana, es la poca sensibilidad hacia el material de partida con que cuentan: tienen muy claro lo que el público quiere ver sobre el escenario y saben –porque así lo atestiguan– que éste reacciona a las mil maravillas con un argumento manoseado de héroe y antagonista, masticado hasta la saciedad y su correspondiente happy end.
Esos pilares se sustentan con la inclusión de 'gags' que por repetitivos carecen de pizca de gracia o con alusiones constantes a elementos o personajes de la cultura popular española tan deprimentes como 'El Neng', Bertín Osborne, Crónicas Marcianas o María Isabel. Así, sin anestesia. Y todo esto con qué finalidad, se preguntaran los que como el que suscribe hayan crecido escuchando cintas de cassette (eso que en el show es una reliquia) de recopilaciones de Queen y otros dinosaurios del rock como Bowie, Reed, Morrison e interminable etcétera. Esos que ahora comprueban pasmosos como sin el menor escrúpulo se despedazan (no todas, en honor a la verdad) canciones míticas en favor de unas adaptaciones acordes al business. Flaco favor al legado Mercury y a la posteridad del rock y el arte.
Evidentemente, por si quedaban dudas, las respuestas a esas cuestiones se encuentran en el seno de la propia producción: "Hace muchísimos años Queen tuvo hasta un musical con gran éxito de público, se hartaron de hacer dinero", reconoce uno de los personajes en un instante de las algo más de dos horas que dura la obra. Es en este terreno cuando vuelven a asaltar nuevas dudas: ¿Hasta dónde llega el punto de autoparodia del montaje? ¿Qué grado de intencionalidad hay en todos esos mecanismos que lo conforman? Un amago de ópera-rock que mantiene sorprendentes resortes naïf: es irreverente y ambigua consigo misma, poco convencional, "de otra raza". Muerde la mano que le da de comer. Critica despiadadamente el fenómeno OT y se presenta bajo un cartel con una silueta puño en alto (¿recuerdan el logo del concurso?). Pero es más, arremete medio en serio medio en broma contra la homogeneización de la música, contra los triunfitos víctimas del marketing y despedaza a las radios fórmulas y a la serialización de artistas. Hace reflexionar al público, es de agradecer el intento, pero a la vez se revela como un corderito con piel de lobo. Araña pero no profundiza, no hiere. Y más allá de todo eso, está la leyenda de unas canciones que en español (y para colmo adaptadas al argumento) suenan a broma de mal gusto. Eso, sin desmerecer la loable labor de los músicos (especialmente en Another one bites the dust, Somebody to love y Under pressure) que se torna estéril frente a unos vocalistas que a golpe de capacidad pulmonar intentan alcanzar unos registros inimitables, algo de lo que lógicamente no tienen la culpa. Francamente, a tenor de lo visto, me quedo con un carraspeo de garganta de Waits antes que pasar por el arco del 'triunfo' de una industria que hastiada de no hallar nuevas fórmulas de ingresos decide despedazar mitos, reírse de sí misma y por ende del espectador.
En cuanto al argumento del musical, aderezado eso sí con la música de las canciones de Queen, poco que reseñar. Estructura clásica de planteamiento, nudo y aturrullado desenlace para que tengan cabida a modo de clausura los tres himnos del grupo: la propia We will rock you, We are the Champions –reconstrucción de Wembley incluida– y Bohemian Rhapsody. La guinda de un pastel que deja el regusto amargo de lo que pudo ser y finalmente no fue.
¿Es esto la vida real? Se preguntaba Mercury en los primeros acordes de la considerada por muchos como una de las mejores canciones de la historia del rock (en el montaje se refieren a ella como a las Sagradas Escrituras) Bohemian rhapsody. Es la misma pregunta que se hace Galileo, el talentoso protagonista de We will rock you cuando inequívocamente descubre que la música, y la libertad de expresión en general, han muerto. No son sus delirios. Como Mesías, con una estética más próxima a Travolta en Grease que a otra cosa, se convierte en el redentor de los 'bohemios', una panda de idealistas del sexo y el rock and roll (que no de las drogas, que esas son malas y hasta ahí podíamos llegar). Su antagonista es Killer queen, la mala malísima de estética Disney (todo en general es muy disneyniano) que controla la música en el planeta Ga-Ga y que pretende aniquilar ese reducto que no ha caído en las garras de la masa. El resto, ya se pueden imaginar: previsibilidad. Y lo peor de todo es que más no se puede pedir porque en esencia la producción artística y la dirección musical son intachables e indiscutibles. Al final, el público aplaude entusiasmado.
El cliente siempre tiene la razón y de otro modo no se entiende que la Gran Vía madrileña vaya camino de convertirse en un pequeño Broadway patrio y que todos esos músicos con el arroz pasado decidan "intentar" otras formas de meterse a la afición en el bolsillo. En cualquier caso, el mensaje positivo es que siempre quedará en las zonas underground de la pestilente industria del entretenimiento (cada vez menos entretenida por cierto) algún puñado de bohemios que en ciertos casos se abstengan de aplaudir por bulerías. Dios salve a la Reina (en versión Sex Pistols) y al rock. En fin, como diría el mismísimo Mercury, el show debe continuar.

El pipican del Pati del Café Nou

La tarda vespre del divendres 1 de novembre vaig estar a punt de ser agredit (no sé si és la paraula correcte) per un gos mentre el propieta...