26 de febrer 2006

Lejos de la vida

la vanguardia
26 febrer 2006

JOAN-ANTON BENACH

Una pareja anciana vive las últimas horas de su vida en el piso que debe abandonar forzosamente. Son como dos viejos de Beckett, deshauciados de la existencia. Él y ella barruntan la mejor manera de abreviar el suicidio que han acordado, pero, encerrados en lo que parece ser la cocina, no dejan de escuchar, inquietos, las idas y venidas de quienes se supone serán los nuevos inquilinos de la vivienda. Por los datos que surgen de esta situación agónica, el espectador sabrá de la existencia triste y monótona de esos seres, del empeño del hombre en mantener cerrada la ventana principal de la casa y de cómo, en cada ocasión propicia, la mujer la abría para asomarse a la alegría de la vida exterior.
Entre la guarida y el mundo, esa ventana. Naturalmente, La finestra tancada,primera obra teatral del realizador de cine y televisión Agustí Vila (Barcelona, 1961), es todo un símbolo. La pieza entera se sitúa en un plano simbólico, al hacer de la perentoria necesidad de vivienda propia causa de obsesiones, temores y conflictos, concomitantes todos ellos con la ilusión desorbitada que suscita la conquista de dicho espacio privado.
La madurez del autor no es obstáculo para que La finestra tancada participe de la ambición y del aroma trascendentalista de una ópera prima juvenil, cuyas claves más profundas no se le suelen mostrar fácilmente al espectador. Ello, sin embargo, no es demasiado importante, en la medida en que la obra intenta presentar situaciones detonantes más que un discurso articulado. Cuando la representación acaba (aunque falte aún una larga coda), los viejos y nuevos inquilinos son cuatro moribundos reptando por el piso brillante de la casa. Y ahí queda claro que ese refugio que busca el individuo urbano se ha convertido, según el autor, no en un lugar para vivir sino en un lugar para morir. Pese al limitado interés del relato, es preciso señalar que la propuesta de Agustí Vila ha sido puesta en pie con unos recursos humanos y técnicos de considerable categoría. De la dirección a la escenografía de Paco Azorín, de la interpretación a la espléndida ambientación sonora de Jordi Collet.
Carme Portaceli ha asumido con autoridad la jefatura de la empresa, cuidando eficazmente los momentos crepusculares de la acción tanto como los más vigorosos, desenfadados o violentos. Excelente la interpretación de Imma Colomer, Josep Costa y Albert Pérez. Tambien la de Xavier Ripoll, en un papel secundario. Secundario pero, en este caso, soberbio, el trabajo de Lluïsa Castell en el personaje de la prostituta que llega por accidente a la casa de los líos.
Mar Ulldemolins pelea con entusiasmo con su papel de chica maltratada y sexualmente violentada, pero sin los matices, sensibilidad y convicción que exhibía en Jocs de paciència.Mención especial merece la aportación videográfica de Roberto Fara y Eugenio Swarzer, y que ilustra con brillante plasticidad la vivienda masificada de la gran urbe, el triste hábitat que, no obstante, obliga, generación tras generación, a hipotecar vida y dinero.

Encetem temporada, comença l'espectacle!

Amb la celebració de la Festa Major de Manresa,  donem el tret de sortida a la nova temporada del Kursaal.  Us hem preparat una tardor que a...