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17 de juliol de 2015
Manuel Morales
Cinco actores montan en Almagro entremeses de grandes
autores en un carro de madera
foto :Representación del entremés 'El rufián viudo llamado
Trampagos', de Cervantes. / FRANCISCO ROMERO
Cinco actores ataviados como personajes de entremeses
intentan llamar la atención con una carraca y sus voces a los que se alivian de
la canícula en las terrazas de la Plaza Mayor de Almagro (Ciudad Real). Son las
ocho de la tarde y el quinteto interpreta una "loa" para anunciar su
mercancía y captar espectadores que acudan al espectáculo de
"microclásicos" que la asociación cultural Teatrava pone en escena,
por tercer año y siempre en paralelo al Festival Internacional de Teatro
Clásico de Almagro. De jueves a domingo rememoran y homenajean a los cómicos de
la legua, aquellos nómadas que hace 500 años mostraban su repertorio de pueblo en
pueblo. Este año representan 10 entremeses, esas obras divertidas y de corta
duración que se interpretaban en los descansos de los clásicos en el Siglo de
Oro para que los asistentes se tomasen un respiro, y en las que había licencia
para lo satírico y lo procaz. Era el microteatro de los clásicos. Cervantes,
Quevedo, Lope de Rueda y Luis Quiñones de Benavente son los autores escogidos
en esta edición, con textos en los que, como manda el género, hay maridos
viejos y celosos, esposas jóvenes que arden por tener sexo, sacristanes
lujuriosos y criadas cómplices de los engaños de sus señoras.
En un antiguo patio de labranza junto a la Plaza Mayor de
Almagro, con paja por el suelo y mosquitos en el aire, y con un carro de
comedias de madera y una tela blanca de fondo como todo escenario, los cinco
intérpretes dan vida a los personajes de entremeses como El viejo celoso, La
cueva de Salamanca o El rufián viudo llamado Trampagos, de Cervantes; La vieja
Muñatones, de Quevedo, o El sueño del perro, de Quiñones de Benavente. Todos
rondan los 20 minutos de duración. Los actores saludan al público antes de
subir a las tablas, hacen chacota del encargado de presentar la obra y exhiben
un atrezo casi desnudo, apenas una silla y una mesa, y como preludio música
renacentista. Este quinteto interpreta tres entremeses cada noche de función,
con un descanso entre uno y otro de 15 minutos, a cinco euros el pase y para un
máximo de 50 personas sentadas en bancos de madera.
Antonio León, autor del espectáculo y actor, pertenece como
sus compañeros a la compañía Corrales de Comedias Teatro, que tiene su sede en
Almagro desde hace 21 años en ese monumento nacional llamado Corral de
Comedias, del siglo XVII. Cuando llegan las fechas del Festival de Almagro,
estos actores hacen mutis por una apuesta alternativa y muy cercana al público,
con el que dialogan, o entre el que se escabullen para que el rufián de turno
no les apalee las costillas. Se transforman en cómicos de la legua porque
"ellos son la primera página de nuestro teatro", subraya, y ponen en
pie "obras populares y divulgativas a las que vienen los padres con sus
niños".
Un giro a los conflictos
Después de la actuación, los cinco buscan un poco de aire y
refresco en las terrazas bajo las galerías acristaladas de la Plaza Mayor.
Hablan de lo caro que está su oficio y de cómo en estas adaptaciones buscan
"dar un giro a los conflictos a veces insulsos de los entremeses para que
tengan mayor proyección escénica", señala Norton Palacio. Sin embargo,
"el lenguaje apenas se toca gracias a su gran riqueza", añade. El
objetivo en escena, dice León, es "conectar la emoción con la que hacemos
esto con la del público". "Nosotros siempre decimos que para que se
dé esa relación el espectador no debe pensar, sino recibir emociones. En el momento
en que aparece la razón, se acaba ese vínculo".
Ellos saben al final de la función si "la gente se ha
venido arriba y has conectado, lo ves en sus caras. Es el final de un trabajo
que empieza tres horas antes, cuando los trincamos en la calle por el pescuezo
para que vengan como sea", bromea León. Lo que les mueve a seguir en este
mundo lo explica la actriz Covadonga Calderón con una anécdota: "Un día
salimos del Corral a la vez que el público, que había visto varios entremeses,
y una niña de seis años dijo: 'Es la mejor obra que he visto en mi vida'.
[risas]. Esas son las cosas que te llenan".
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