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15 desembre 2007
VIRGINIA REDONDO
José Pedro Carrión. / J. RUIZ
Desde que nació hace más de un siglo en la mente de su autor, Edmond Rostand, el célebre Cyrano consigue llenar una y otra vez los teatros que visita. El clásico caballero francés vuelve a los escenarios reencarnado en el actor José Pedro Carrión y bajo las órdenes del prestigioso director John Strasberg.
-¿Cómo se siente un hombre a una nariz pegado?
-De maravilla, representar a Cyrano ha sido cumplir un sueño que tenía en mente desde 1980, cuando conocí a Strasberg.
-Después de 110 años parece que el narigudo poeta se resiste a envejecer...
-¿Ya lo creo! En la obra hay muchos valores en juego, y por eso su texto es eterno. Todo el mundo tiene dentro una nariz, cosas que no le gustan. Mientras eso sea así y los humanos nos demos cuenta de que queramos cambiarlo, Cyrano estará vigente.
-¿Pero el momento que vive el teatro no es el mismo que el del siglo XIX?
-Precisamente aprovecho para pedir que haya más teatro en la educación. Yo con 12 años pude hacer teatro en el colegio y gracias a ese primer contacto soy ahora actor. El teatro es un bien común y no debemos hurtarlo a la gente que ahora está formando su alma para que sean mejores personas y mejores ciudadanos en el mundo.
-Una reivindicación que hará como actor y como profesor de futuros actores...
-Lo digo como persona. Me gusta lo bueno, y por eso me encanta el teatro, creo que se está perdiendo.
-¿Por qué se está perdiendo?
-El teatro tiene una pequeña pega, y es que hace reflexionar a la gente, la hace más interesante y más libre, y eso es peligroso; es mejor tener un ciudadano un poco más idiota que se dedique a consumir y a vivir la vida en la manera en la que se le define. Por esa razón, el teatro puede crear problemas a la gente que tiene la capacidad de dirigirnos y no interesa colocarlo en el lugar privilegiado donde debe estar.
-¿Y representa 'Cyrano' esos valores perdidos?
-Sí, representa la amistad, la solidaridad, la integridad, el amor por las palabras...
-¿Cree que quedan pocos?
-Tantos como seres humanos con cabeza y corazón. Por eso, la obra tiene al público enganchado, no para de aplaudir.
-¿Aplaude tanto como en su estreno en París, donde los actores tuvieron que salir a saludar unas cuarenta veces?
-Estuvieron 21 minutos recibiendo aplausos. Nosotros a tanto no hemos llegado, ni llegaremos, no es un buen momento para eso.
15 desembre 2007
VIRGINIA REDONDO
José Pedro Carrión. / J. RUIZ
Desde que nació hace más de un siglo en la mente de su autor, Edmond Rostand, el célebre Cyrano consigue llenar una y otra vez los teatros que visita. El clásico caballero francés vuelve a los escenarios reencarnado en el actor José Pedro Carrión y bajo las órdenes del prestigioso director John Strasberg.
-¿Cómo se siente un hombre a una nariz pegado?
-De maravilla, representar a Cyrano ha sido cumplir un sueño que tenía en mente desde 1980, cuando conocí a Strasberg.
-Después de 110 años parece que el narigudo poeta se resiste a envejecer...
-¿Ya lo creo! En la obra hay muchos valores en juego, y por eso su texto es eterno. Todo el mundo tiene dentro una nariz, cosas que no le gustan. Mientras eso sea así y los humanos nos demos cuenta de que queramos cambiarlo, Cyrano estará vigente.
-¿Pero el momento que vive el teatro no es el mismo que el del siglo XIX?
-Precisamente aprovecho para pedir que haya más teatro en la educación. Yo con 12 años pude hacer teatro en el colegio y gracias a ese primer contacto soy ahora actor. El teatro es un bien común y no debemos hurtarlo a la gente que ahora está formando su alma para que sean mejores personas y mejores ciudadanos en el mundo.
-Una reivindicación que hará como actor y como profesor de futuros actores...
-Lo digo como persona. Me gusta lo bueno, y por eso me encanta el teatro, creo que se está perdiendo.
-¿Por qué se está perdiendo?
-El teatro tiene una pequeña pega, y es que hace reflexionar a la gente, la hace más interesante y más libre, y eso es peligroso; es mejor tener un ciudadano un poco más idiota que se dedique a consumir y a vivir la vida en la manera en la que se le define. Por esa razón, el teatro puede crear problemas a la gente que tiene la capacidad de dirigirnos y no interesa colocarlo en el lugar privilegiado donde debe estar.
-¿Y representa 'Cyrano' esos valores perdidos?
-Sí, representa la amistad, la solidaridad, la integridad, el amor por las palabras...
-¿Cree que quedan pocos?
-Tantos como seres humanos con cabeza y corazón. Por eso, la obra tiene al público enganchado, no para de aplaudir.
-¿Aplaude tanto como en su estreno en París, donde los actores tuvieron que salir a saludar unas cuarenta veces?
-Estuvieron 21 minutos recibiendo aplausos. Nosotros a tanto no hemos llegado, ni llegaremos, no es un buen momento para eso.
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