26 de maig 2011

Molière se adapta bien



Autor: Molière. Dirección: Georges Lavaudant. Traducción: Sergi Belbel. Intérpretes: Jordi Boixaderas, Jordi Bosch, Marta Marco, Lluís Soler, Anna Ycobalzeta, Rosa Novell, Carles Martínez, Jordi Martínez. TNC, 5-V

Molière se adapta bien al siglo XXI. Sus nuevos ricos, sus preciosas ridículas, la avaricia, la hipocondría y el apogeo de la banalidad y la venalidad campan a sus anchas. De ahí la pertinencia de revisar “El misántropo”, esa pieza certeramente contemporánea que sigue formulando la pregunta del millón: ¿Debemos decir siempre lo que pensamos sobre los demás en una sociedad basada en el tráfico de influencias y lo políticamente correcto?

Reaparece Alceste, personaje amargamente sincero que aspira a escaparse a un desierto para no soportar las servidumbres de una corte sustentada en la hipocresía, la estulticia y el halago para conseguir favores. Conviene desconfiar del virtuoso dogmático, como se demostró con el sangriento Robespierre. El Alceste que perfila Lavaudant, traduce Belbel y verbaliza Jordi Boixaderas, en efecto, “fa un gra massa” con sus censuras a quienes hacen del eufemismo leit motiv de la convivencia, pero su método crítico se tambalea por amor a Célimène, dama frívola y mundana que encarna todo lo que él detesta.

Como las miserias humanas no cambian con el paso del tiempo, Lavaudant ambienta vagamente la acción en un ambiente discotequero años sesenta: combina indumentarias de diferentes épocas para demostrar que la estupidez sigue ahí, con sus diversos ropajes. El fatuo Oronte (hilarante Lluís Soler) representa la ridícula “preciosidad” del XVII leyendo su cursi soneto; los dos marqueses (Carles y Jordi Martínez con su ridículo corte de pelo) realzan la superficialidad “beutiful people” y Rosa Novell la clásica cortesana. Lavaudant bascula entre la sátira y el moralismo.

La funcional escenografía permite centrarse en un texto que Belbel actualiza pero no traiciona; las coreografías de los criados acentúa el ambiente coctelero que envuelve -o justifica- la misantropía del protagonista. Tal vez Lavaudant abusa del “Je t’aime” de Gainsbourg, combinado con Glen Miller y una música disco que acentúa el ritmo del montaje. Con todo, su visión de “El misántropo” resulta acertada. Molière se adapta bien en este presente dominado por el simulacro. Metidos en campaña electoral oiremos a unos políticos que “quieren lo mejor” para nosotros: nos convertiremos en alcestes potenciales. Porque los que dicen amar a todo el mundo, en realidad, no aman a nadie.

publicat per
Sergi Doria
foto : Jordi Boixaderas y Marta Marco, en una de las escenas de la obra
www.abc.es
11 de maig de 2011

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