28 de juny 2006

Vacaciones por teatro

21 de juny de 2006

Vacaciones por teatro
El restaurante Chez Manou de las Veletas y las tiendas de San Jorge sufren los «efectos colaterales» del Festival de Teatro Clásico

CRISTINA NÚÑEZ/CÁCERES

A Emmanuel Deroo, Manou, el teatro le apasiona, y más la idea de que se programen durante varias semanas obras clásicas de calidad y que sean representadas bajo las estrellas. Es, de entrada, su mensaje, aunque para la marcha de su restaurante, el 'Chez Manou', en plena Plaza de las Veletas, el Festival de Teatro Clásico de Cáceres sea una verdadera china en el zapato. Tanto, que desde hace tres años Manou tomó la decisión de echar el cierre para evitar y evitarse engorros. Vacaciones forzosas, vacaciones por teatro. Un cartel en la puerta de su restaurante advierte de que no abrirán hasta el próximo 28 de junio, dos días antes de que se clausure el certamen teatral. «Yo no pido nada, porque la actitud de Isidro Timón (director del festival) ha sido siempre muy correcta, pero es verdad que para mí supone una pérdida económica», afirma Manou, un biólogo parisino afincado en la ciudad desde hace más de una década. Durante la presentación del festival Timón tuvo unas palabras especiales sobre los esfuerzos hechos por este hostelero. El local queda literalmente encerrado en el recinto que se crea para albergar las obras de teatro. Situado en una esquina de la Plaza de las Veletas el restaurante pierde su visibilidad para los viandantes de la parte antigua, a no ser los espectadores que se adentran en el recinto para ver la obra. La única obligación oficial que se le imponía a Manou era la de no instalar la terraza y apagar los focos durante las representaciones, pero en la práctica le resultaba irritante el tener que mantener el silencio de la puerta durante las obras o soportar que los espectadores usaran sus baños, más agradables que los portátiles. Mejor cerrar.Manou le estuvo dando vueltas a la cosa, intentando buscar una fórmula para evitar la pérdida económica, que no cifra en dinero pero sí en número de servicios dados: de 50 a 60 por fin de semana. Pensó en crear algo así como un bono de cena más teatro, pero el horario de las representaciones le obligaría a programar los banquetes para las ocho u ocho y media de la tarde, una hora impensable dentro de la cultura gastronómica de este país. Y desistió. En algún otro momento ideó la entrada posterior al restaurante, pero el laberinto que se formaba era considerable.Además de él, las otras cuatro personas que forman parte del equipo se toman estas vacaciones, que, por lo general, los hosteleros de la zona prefieren dejar para los principios de año, el periodo más bajo en cuanto a visita de turistas en la ciudad. Manou, que ofrece especialidades francesas en donde el pato cobra protagonismo, ha creado en su local de las Veletas un ambiente intimista en donde homenajea a sus mitos cinematográficos y pictóricos en paneles y cuadros que pueblan las paredes de estas antiguas caballerizas.
Dice que la restauración es una excusa más para hacer cultura. Se siente compensado con el trato educado de la dirección del festival, las invitaciones que le envían y la cena de clausura que celebran en su restaurante. «Yo no voy a montar el pollo», insiste gráficamente este restaurador.San Jorge Menos parecen conformarse los dueños de las tiendas de recuerdos y refrescos de la Plaza de San Jorge, atrapadas como en una ratonera debido al escenario que se monta en este enclave. «Llevamos mucho tiempo protestando, diecisiete años, pero nunca se nos ha hecho ni caso», asegura Santiago Rodríguez.
Su vecina de local, Ana Belén Garrido, le da la razón. «Lo único que queremos es que se nos de alguna compensación económica». La actividad durante el día queda reducida a unos niveles que ni ellos mismos son capaces de precisar. «El público esquiva la plaza», señala Santiago. Dicen que durante el mes de junio, concretamente desde el día 12, su quehacer diario se reduce a estar prácticamente de brazos cruzados. Cierran a las diez, poco antes de que empiecen las funciones. El festival les gusta, en eso coinciden, pero estos efectos colaterales, devastadores según ellos, les desesperan.

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