27 de setembre 2008

Otras troyanas


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12 de setembre de 2008

por J.C.Deus

Las Troyanas ha sido el éxito del verano teatral español. Más de diez mil espectadores asistieron a sus nueve sesiones en el Festival de Mérida, en el que el sábado 12 de julio se rozó el lleno absoluto con 2.871 personas. Y siete mil espectadores la vieron en el Festival Grec, con 1.832 espectadores la noche del 25 de julio. A continuación, se vino al Matadero de Madrid, donde lleva un mes llenando un gran aforo y donde no hay localidades hasta que termine su estancia a finales de septiembre.

El éxito de público ha acompañado al éxito de crítica: 'Los hallazgos escénicos no cobrarían sentido si no estuvieran al servicio de un espléndido trabajo de las actrices'. “El manejo del corifeo de Gas es soberbio'. 'El montaje de Mario Gas sobre Las troyanas resulta modélico'. Así que como todo el pescado está ya vendido, me permitiré disentir sin remordimientos y sin disculpas: el esfuerzo ha sido notorio; las intenciones, buenas; el trabajo de todo el equipo, encomiable; y el resultado, sin embargo, sólo aceptable, y eso con muchos reparos. Estas Troyanas decepcionan al espectador exigente aunque satisfagan al público consumidor. ¿Quién manda? El segundo, ya lo sabemos todos.

Mario Gas, cuya autobiografía oficial es enorme y comienza afirmando que 'es uno de los directores más reconocidos y uno de los hombres más versátiles y prestigiosos de nuestra escena', alcanza un aprobado raspado. Es una pena. Porque con 'Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny' - obra con la que se inauguró precisamente este nuevo y estupendo espacio, las Naves del Español-, obtuvo merecidamente el Premio Max 2007 al mejor espectáculo musical y el Premio Gran Via al mejor espectáculo musical: fue una excelente producción en su conjunto, un auténtico gozo visual por su concepción, escenarios, movimientos, ambientación, iluminación y vestuarios, culminada con una interpretación magnífica de un elenco como pocas veces puede verse en un escenario español. Fue un placer ver un montaje teatral donde no se regatean gastos -sí, es dinero oficial, pero bien empleado- en un contexto de general cicatería que ha dejado el teatro reducido a tres actores y seis focos en escenarios vacíos. 80 personas sobre el escenrario, la mitad actores/cantantes, la otra mitad toda una orquesta en directo. Tres horas de espectáculo a precios muy accesibles (12 a 24€). Un esfuerzo importante.

Accesible el esfuerzo a este hombre porque es el director mimado de la escena oficial, a cuyo alcance está hoy todo, tras una carrera iniciada en 1965 con dieciocho años. Una carrera de director teatral que compatibiliza con la director gestor del teatro Español en un maridaje que no parecería correcto en sentido estricto, pero por sus obras le juzgaremos, y sus obras le han respaldado. También hizo una Madama Butterfly para Plácido Domingo en julio del año pasado en el Teatro Real, francamente buena. Que quede dicho.

Pero con Las Troyanas creo que fracasa en este intento de popularizar la tragedia clásica. Fundamentalmente, en el tratamiento del coro -la clave del teatro griego- convertido en un grupo de zombies descompasadas, tambaleantes sobre una playa poco lograda. También son deficientes el tono y la ambientación en general de la obra. Eurípides se ha demostrado un hueso bien duro de roer. Si pierde empaque, lo pierde todo.

Porque más allá del duro resultado de una derrota bélica cuando las guerras eran totales y suponían la muerte de los vencidos y la exclavitud de los supervivientes, Eurípides se plantea hace dos mil quinientos años el absurdo comportamiento de los dioses y realiza un alegato brutal contra el Olimpo, que no casa con la desastrosa adaptación de estos Poseidón y Atenea de zarzuela, ni con la excesiva preponderancia de Hécuba, que contra lo que ha sido opinión mayoritaria, no es lo mejor de la obra. Al contrario, la puntuamos con simple aprobado, porque aunque bien ejecutado, el personaje no convence.

Así que ya lo hemos dicho casi todo. Eduardo Mac Gregor y Ángel Pavlovsky hacen unos dioses de pacotilla; Gloria Muñoz, una Hécuba que no llega a ser una reina destronada y se queda en una plebeya quejosa; las Casandra de Anna Ycobalzeta, Andrómaca de Mia Esteve, y Helena de Clara Sanchis -peor, la primera- adolecen del mismo defecto de tono general que el resto, en el que quizás se salva el Taltibio de Ricardo Moya, aunque lleve un micrófono incorporado. Los movimientos, el maquillaje y el vestuario del coro colaboran a su desubicación. Mejor están los movimientos de los soldados y la fortificación del fondo del escenario, aunque tiene el defecto de muchos decorados, que no se justifica salvo en la escena final, que es afortunadamente para el montaje, lo mejor de la obra. Y llegamos a la versión de Ramón Irigoyen, que merece el notable de lo que no traiciona al original, aunque a veces -pocas, ciertamente- suene algo artificial por moderna.

Otras troyanas nos hubieran gustado más, aunque nos alegramos del éxito de éstas. Más cerca de como las representara Eurípides en las Grandes Dionisias de la Olimpiada 91ª, en el año 415 antes de Cristo: '¡Oh Zeus, soporte de la tierra y que sobre la tierra tienes tu asiento, ser inescrutable, quienquiera que tú seas, -ya necesidad de la naturaleza o mente de los hombres- ¡a ti dirijo mis súplicas!'

Encetem temporada, comença l'espectacle!

Amb la celebració de la Festa Major de Manresa,  donem el tret de sortida a la nova temporada del Kursaal.  Us hem preparat una tardor que a...