26 d’abril 2009

«Si lo comparamos con el cine, hacer teatro es como recibir un masaje»


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17 abril de 2009

Sam Mendes, ayer en una de las salas del Teatro Español, donde a partir del sábado presentará su montaje de «El jardín de los cerezos» y «Cuento de invierno»

POR JULIO BRAVO
FOTO: CHEMA BARROSO
MADRID.

Tiene ojillos de sueño; no es de extrañar, porque ha llegado apenas unas horas antes desde Nueva York y, sin tiempo siquiera para una cabezada, Sam Mendes se ha dirigido al Teatro Español, donde ha presentado ante la prensa las actuaciones en Madrid de The Bridge Project, esa compañía transatlántica que va a comandar durante tres años. En ella figuran actores británicos y estadounidenses (al cincuenta por ciento, igual que los técnicos y los creativos, por exigencias de los fortísimos sindicatos del espectáculo de Estados Unidos). Entre ellos hay primeros espadas del cine y del teatro de aquellos países como Simon Russell Beale, Sinead Cusack, Rebecca Hall o Ethan Hawke. «El jardín de los cerezos», de Chéjov, y «Cuento de invierno», de Shakespeare, componen esta primera doble producción.
Los autores ruso e inglés son una pareja de baile a quienes ya había unido Mendes hace seis años, en su despedida de la dirección artística del Donmar Warehouse londinense, y a quienes volverá a reunir -«Tres hermanas» y «Como gustéis»- el año próximo, en la nueva entrega de este apasionante Bridge Project.
-¿Qué tienen en común Chéjov y Shakespeare para que le guste tanto unirlos?
-A Chéjov se le malinterpreta como un autor naturalista, y yo creo que no lo es; si se le trata como a un autor poético, al igual que Shakespeare, se encuentran un gran paralelismo y muchas similitudes entre ellos. No soy el primero que trata a Chéjov de manera no naturalista; lo han hecho antes directores como Giorgio Strehler. Y una de las razones por las que he elegido «El jardín de los cerezos» es porque la monté hace veinte años con Judi Dench, pero yo era muy joven; de hecho, hasta que no se estrenó no acabé de entender la obra. Y no me quedé muy contento con aquella producción; sabía que tenía que volver a hacerla. Y cuándo busqué una obra de Shakespeare que pudiera emparejarse a ella, pensé en «Cuento de invierno» precisamente porque la escribió hacia el final de su vida. Simon Russell Beale lo ha dicho muy bien: de alguna manera, «Cuento de invierno» es una respuesta a «El jardín de los cerezos», y nos dice que sí es posible recuperar el tiempo perdido, rebobinar nuestra vida, tener una redención y expiar nuestros pecados.
-¿Ha querido de alguna manera con estos dos textos explicar o hablar de la crisis mundial en que estamos envueltos? «El jardin de los cerezos» habla del fin de una era y «Cuento de invierno» es una historia de esperanza...
-Es cierto, hay un encaje particularmente apropiado de estas dos obras en nuestros días, y en especial de «El jardín de los cerezos», que habla de la pérdida de las posesiones materiales, que es lo que está pasando ahora mismo en nuestro entorno. Pero cuando yo decidí montar estas dos obras, el mundo era un lugar mucho más seguro de lo que es hoy en día. En ese sentido se podría decir que he tenido suerte. Pero lo sorprendente es cómo dos obras como éstas, tan grandes, puedan sobrevivir al tiempo y seguir vigentes como si fuera un diamante que, según esté la luz en cada momento, toma el reflejo adecuado.
-¿Qué es lo que le hace volver regularmente al teatro? ¿Hay historias que han de contarse en uno y otro medio?
-Los requisitos para un buen guión cinematográfico y para una buena obra teatral son distintos, es una cuestión de ritmo. Hay algunos ejemplos de buenas obras de teatro convertidas en buenas películas, como «Un tranvía llamado deseo»... El teatro, en general, tiene que ver con el lenguaje, las ideas, la imaginación... El cine es mucho más literal. El cine crea una imagen y todos ven lo mismo. El teatro, además, es el medio de los actores y del autor; el director es un intérprete. Pero el cine sí es el medio del director. Si una película no es buena, la culpa es del director. En comparación con el cine, hacer teatro es como recibir un masaje; hacer una película es como ir al dentista para que te quiten las muelas. El teatro es más placentero para un director, pero tienes menos control sobre el final.
-«Tres hermanas» y «Como gustéis», los textos que hará el año próximo, son obras corales. ¿Está buscando un título para que la interprete su amigo Kevin Spacey en la tercera temporada del proyecto?
-Sí, estoy buscándolo. En el tercer año no voy a hacer obras corales. Quizás monte una obra de un autor estadounidense.

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