la vanguardia
22 de març de 2006
El aniversario de la obra de Saint Exupéry se celebra con ópera, teatro, ediciones y dibujos inéditos del autor
El relato es el mayor best seller de las letras francesas, con once millones de ejemplares vendidos
ÓSCAR CABALLERO
El relato es el mayor best seller de las letras francesas, con once millones de ejemplares vendidos
ÓSCAR CABALLERO
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Dibújame un best seller: mañana, en el Théâtre Michel, de París, la puesta en escena de Virgil Tanase inicia la celebración francesa de los sesenta años del Principito, el inclasificable récit concebido por Antoine de Saint Exupéry. Tres días más tarde, en Karlsruhe, se repondrá Der Kleine Prinz, ópera de Nikolaus Schapfl basada en la obra, uno de los libros más leídos del mundo. Y el apogeo llegará el próximo 6 de abril, cuando la editorial Gallimard realizará cuatro publicaciones simultáneas. Pero si los cinco millones de copias de El Principito vendidas en Japón impresionan, los once millones de ejemplares de Francia convierten al Petit Prince en el mayor best seller de las letras galas. Cosas de la guerra: escrito en francés, el libro salió primero en inglés, en 1943. Tres años más tarde, liberada Francia, Gallimard publica la versión original de la obra. El 6 de abril próximo, la editorial financiada por niños -del Principito a Harry Potter, el sello más intelectual de Francia ha copado desde parvularios a institutos de enseñanza media- celebrará los sesenta años de la historia del Principito, el aviador y la rosa, sin olvidar el zorro y el cordero, con cuatro publicaciones simultáneas. La más importante, un libro de arte con acuarelas, pasteles, plumas y lápiz de Saint Exupéry. En total, más de quinientas ilustraciones, la mitad de ellas inéditas. De acuerdo con quienes le conocieron, aparte de pilotar aviones - siempre con el peligro inherente a un distraído profesional-, las tres cosas que más interesaban a Saint Exupéry eran actuar, cantar y dibujar. Hay dos pruebas de ello en las librerías. Para coleccionistas, una nueva edición llevada a cabo por Folio, limitada y en estuche, de El Principito, acompañada por un carnet de dibujos inéditos. Y, por primera vez, el texto completo del relato en un CD, leído por el actor Bernard Giraudeau. De propina, el propio autor lee un fragmento de Tierra de hombres, cuenta su aterrizaje forzoso en el desierto de Libia e incluso canta para su amigo Jean Rendir. También en Folio, la colección de bolsillo de Gallimard, Il était une foie… Le Petit Prince (Érase una vez… el Principito), una antología efectuada por Alban Cerisier reúne testimonios, estudios, homenajes inéditos (Philippe Delerm, Tahar Ben Jelloun, Pierre Assouline, Michel Tournier…) y documentos de época, "para comprender la génesis de un libro inscrito en la leyenda". En fin, el próximo mes de septiembre, Gallimard Jeunesse publicará Le Carrousel du Petit Prince, uno de esos libros animados, que se centra en seis escenas esenciales de la novela. Un especial de la revista mensual Lire anticipa algunos de los textos de Érase una vez… El escritor Paul Auster, por ejemplo, revela que El Principito, en el programa de los alumnos de secundaria que aprenden francés, fue su "primer libro en una lengua distinta de la mía, en 1963". El experto en Nueva York recuerda que "Central Park South 240 es un edificio raro y desgraciado, en el ángulo que domina Columbus Circle. Fue terminado en 1941 y los primeros habitantes llegaron justo antes de Pearl Harbor. No sé cuándo se instaló Saint Exupéry, pero sí sé que fue uno de los primeros habitantes. Por una de esas casualidades que nada significan, mi madre llegó al mismo tiempo, a sus d i e c i s é i s años, con sus padres y su hermana. Y allí vivió cinco años, hasta su boda con mi padre. Me emociona pensar que fue vecina del Saint Exupéry que escribía El Principito. Por entonces, además, se enamoró de un aviador, luego desaparecido, como Saint Exupéry". "Mis abuelos -prosigue Paul Auster- continuaron allí hasta su muerte. Por eso, ahí localizo mis recuerdos de infancia más importantes. Desde la ventana veía el ballet de coches en torno a la estatua de Colón; mi abuelo me deslumbraba con sus trucos de magia y allí comprendí que Nueva York era mi ciudad". Precisamente, el director de Lire publica un detallado En Manhattan, tras las huellas del Principito, con un paseo literario en dieciséis estaciones. Y la sospecha de que New York, ciudad existencialista tuvo mucho que ver con el parto del escritor. "París consideró siempre a Saint Exupéry como un aviador extraviado en literatura; Nueva York relanza su carrera literaria, gracias a la abnegación de un agente y de dos editores. Y Saint Exupéry descubre una ciudad acorde con la filosofía de sus obras. La capacidad de avanzar y la convicción de que el hombre es libre y sólo existe a través de sus actos".
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