Doce años
después de su estreno, el musical regresa a los escenarios madrileños
Uno de los
deberes del teatro es cumplir una función social. Y musicales como «Mamma
mia!», que ha vuelto a Madrid algo más de doce años después de su estreno en la
capital, lo hace. Lo decía Nina, su protagonista, unas horas antes de levantar
el telón, en estas páginas. Y viendo la reacción del público tras el estreno
-idéntica a la que tienen los espectadores de todo el mundo todas las noches
desde que el musical viera la luz el 6 de abril de 1999-, está claro que tiene
razón. Los espectadores salen más felices de lo que entraron.
«Mamma mia!»
Canciones:
Benny Andersson y Björn Ulvaeus. Libreto: Catherine Johnson. Traducción: Albert
Mas-Griera y Juan Martínez Moreno. Dirección de escena: Phyllida Lloyd.
Coreografía: Anthony Van Laast. Director Asociado: Paul Garrington. Director
musical: Xavier Torres. Principales intérpretes: Nina, Eva Diago, Olga Hueso,
Nando González, Albert Muntanyola, Paul Berrondo, Carlos Solano, Clara
Altarribia. Teatro Coliseum, Madrid
En los casi
dieciocho años transcurridos de esa fecha, «Mamma mia!» ha entrado a formar
parte del puñado de musicales «históricos» por sus apabullantes cifras de
espectadores, longevidad y recaudación. Según sus productores, han visto el
espectáculo 60 millones de personas. Pero ¿qué tiene «Mamma mia!» para cautivar
como lo hace a todo tipo de públicos? En primer lugar, está claro, la columna
vertebral del espectáculo: las canciones de ABBA. El grupo sueco -que se separó
hace treinta y cinco años, no lo olvidemos- mantiene intacto su poder de
seducción con canciones directas y emotivas, de melodías francas y agradables,
y ritmos vivos y contagiosos.
Pero no solo
de ABBA vive «Mamma mia!» Este musical fue el que inauguró una tendencia dentro
del género conocida como «jukebox», y en la que las obras se articulan
alrededor de las canciones de grupos o intérpretes de éxito. Pero ninguno de
los hechos hasta ahora (también en España) ha logrado la redondez de éste.
Catherine Johnson escribió un libreto sencillo pero ingenioso y divertido, que
funcionaría incluso sin las canciones del cuarteto sueco: una veinteañera a
punto de casarse invita a su boda, en una isla griega, a los tres hombres que,
según el diario de su madre, que ha leído a hurtadillas, pueden ser sus padres.
La producción
presentada ahora en Madrid -el musical es una franquicia: se repite igual en
cada puesta en escena- es más reducida (en cuanto a decorados) que la que se
estrenó en 2004, pero no pierde un gramo de energía y vitalidad, que es su
principal motor, apoyada en una puesta en escena dinámica y luminosa y en unas
lúcidas y airosas coreografías de Anthony van Laast.
Nina,
protagonista hace doce años, repite su papel de Donna, la madre soltera que ha
sacado adelante a su hija a punto de casarse. Es la suya una interpretación más
posada, más dulce, incluso en su manera de cantar, con su voz hermosa y
envolvente. Le acompaña un reparto equilibrado, con mucha juventud en sus
piernas, en el que destacan las Dínamos: Eva Diago y Olga Hueso.
Publicat per
Olga Hueso,
Nina y Eva Diago - Stage
juliobravo1963
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