30 de maig 2006

"Infinito Nero", de Sciarrino, en el Xirgu


lanacion.com
24 de maig de 2006

El CETC inicia así su temporada

Con "Infinito Nero", trabajo con puesta en escena de Martín Bauer y dirección musical del belga Guy Vandromme, se abre hoy la temporada del Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC). Claro que como el primer coliseo está en arreglo, la movida este año se trasladó al teatro Margarita Xirgu, de San Telmo. La gacetilla de prensa define a "Infinito Nero" como "éxtasis en un acto para mezzosoprano y grupo de instrumentos, enmarcado en una instalación sonora con un fuerte impacto visual". -
Digámoslo claro: pusieron toda la carne en el asador. -
Bueno, así dicho suena de ese modo, pero no es exactamente así. El proyecto comienza con una instalación sonora que está representada por ocho actrices que hacen de las ocho novicias, ellas representan la vida en el convento. Luego viene la ópera propiamente dicha, que tiene un importante trabajo visual. El trabajo concluye con algo que llamamos una coda y que es puramente visual, es la parte de la contemplación. Lo que sí es haber puesto toda la carne es haber invitado a varios artistas extranjeros. Rebobinemos. Las dos partes troncales del trabajo están compuestas por "¿Cómo puedo notar la diferencia?", de Robert Ashley, compositor norteamericano conocido por sus proyectos multidisciplinarios, e "Infinito Nero", trabajo estrenado en 1998. En este último, Salvatore Sciarrino utilizó textos de María Maddalena de Pazzi, una mística de principios del siglo XVII que experimentaba visiones angustiantes y ambiguas. "No producía palabras en sí, sino una corriente, un flujo lingüístico", explicaba Sciarrino. Dicen que cuando rompía el silencio -podía estar meses y meses callada- eran necesarios hasta cuatro escribientes para captar lo que decía. Sigue Martín Bauer: "Lo que hacemos es experimentar con una obra ya compuesta metiéndola en una propuesta formal diferente. En Europa, en general, se completa el programa con música antigua y lo que nosotros hacemos es lo opuesto, por eso hay una obra de Robert Ashley, que es un compositor poscageano. Cruzamos el mundo que propone Sciarrino con un pensamiento abstracto. Eso es un poco hacia donde va el espectáculo". La dirección musical de esta propuesta que se estrena hoy es de Vandromme, que ya estuvo el año pasado en el CETC. "Hay una cosa que sí me parece importante y es que yo puedo hacer un aporte desde la música: en estas obras nuevas hay que definir de qué se trata, y eso es lo más complicado. Vos podés decir que es una ópera contemporánea, una obra de teatro musical, una instalación... Sin embargo, si das con la clave de lo que se está contando esto te permite pensar otras cosas -apunta el compositor-. Duchamp fue el que llamó móviles a las esculturas de Calder y ahora todos hablan de los móviles. Con ese aporte, Duchamp se recibió de genio. Sciarrino, que no es Duchamp pero por ahí anda, define a sus obras de una manera tal que te abre el campo. Vamdromme llamó a «Infinito Nero» como «acción invisible para cantante solista». No la llama ópera. Me parece que es interesante por ahí, te ayuda a pensar." En esta nueva propuesta, el público estará ubicado en el escenario de la sala y en el patio de platea y los palcos se convierten en espacios escénicos. -
¿Cómo se resuelve un trabajo de investigación en medio de un esquema de producción tan ajustado con algunas "partes" que llegaron hace poco? -
Hay cosas que son fijas y otras que son móviles. Hicimos una partitura para la primera parte, que no tiene música, y trabajamos con la luz y el video para la segunda parte. Hay pies muy claros y lo que varía es lo que se hace en cada pie. Lo que yo les pedí a Benton Bainbridge, el responsable del video, a Gabriel Caputo, en luces; a Minou Maguna, en la dirección de arte; y a Jorge Chikiar, que hace el sonido, es que tuvieran a mano un repertorio de propuestas para ver cómo se colocaban. Yo diría que estamos llenando un mapa, relatos paralelos que en algún momento se cruzan, que se articulan. Paradójicamente la forma es muy abierta pero el código tiene mucho rigor. Esa es la clave, el desfiladero por el cual se puede trabajar. De otro modo, con tan pocos ensayos, no se podría hacer. Después de tantos años de trabajar en el sótano del Colón, este año el CETC se tuvo que mudar porque el lugar está en arreglo. Así fue a parar al Margarita Xirgu, la sala de San Telmo ligada a expresiones teatrales y musicales tradicionales. -
¿Qué desafío implicó? -
Todos, porque es mudar una sala. Por otra parte, cuando supimos que debíamos dejar la sala ya estaba la programación armada. Por lo cual, adaptar esa programación a este espacio fue bastante complicado. Y en términos artísticos, el CETC tiene una impronta muy fuerte, el Xirgu también lo tiene, pero en este caso te juega en contra. Lo bueno es que vamos a presentar toda la programación anual allí. -
Se abre la temporada del CETC, del cual sos su codirector junto a Diana Theocharidis, con una obra que vos dirigís, ¿cómo te sienta esa situación? -
No pensé mucho en eso... No estaba prevista que esta obra abriera la temporada. Me dieron ganas de dirigir este trabajo y bueno.... Hace cuatro años que codirijo el CETC y en todo este tiempo no había hecho nada. ¡Qué se yo...! Es muy difícil sustraerse tanto y ponerse tan ascético como si uno fuera un gestor cultural. Pero no pensé tanto este asunto.
Por Alejandro Cruz De la Redacción de LA NACION

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