25 de novembre de 2007
CRÍTICA DE TEATRO
«Intimitat»
Autor: Hanif Kureishi. Adaptación: Gabriela Izcovich. Traducción: Joan Sellent. Dirección: Javier Daulte. Escenografía: Ramon Simó. Intérpretes: Joel Joan, Clara Segura, Josep Julien, Pep Blasco, Elena Fortuny. Estreno: La Villarroel, 7-XI
SERGI DORIA
El francés Beigbeder tituló uno de sus libros "El amor dura tres años" y el protagonista de "Intimidad" de Kureishi ya lleva seis casado; por tanto ha superado doblemente la cuota que Beigbeder asignaba al amor con pasión.
Adaptada por Gabriela Izcovich en 2003 para el Lliure y puesta en el escenario por Javier Daulte, esta "Intimidad" que vuelve a la Villarroel desvela un texto que marca distancias respecto al original novelesco.
Más que darle vueltas a la morosa psicología de un hombre en las horas que preceden al abandono de su esposa e hijos, según fluye la conciencia, Daulte e Izcovich optan por una deconstrucción narrativa que sostiene, a su vez, la deconstrucción del concepto de familia que Xavier (Joel Joan) se plantea. La acción se desdobla en dos planos temporales -el "antes" y "después" del abandono- y en dos ámbitos de relación: la del protagonista con su esposa Susana (Clara Segura) y con sus dos mejores amigos: Víctor (Josep Julien) y Asif (Pepo Blasco) quienes representan dos opciones: Víctor es el divorciado -aparentemente- despreocupado y Asif el casado -aparentemente-feliz. Entre esos ámbitos, una psicóloga (Elena Fortuny) pretende aportar terapia a la pareja con un poema cargado de tópicos sobre el amor, mientras ella soporta vía telefónica los desplantes de su amante italiano. La escena depara el momento más hilarante de la obra.
Si la novela de Kureishi era prolija y, como explica Gabriela Izcovich, dejaba escapar pocos diálogos a los que se aferró para la dramatización, la opción deconstructiva resulta algo esquemática, si tenemos en cuenta que, más que el problema de una pareja, se pretende, como dice Daulte, "cuestionar todos los valores de la familia occidental contemporánea". Un propósito que se enmarcaría en la "sociedad líquida" que ha patentado el lúcido Zygmunt Bauman.
En cuanto al trabajo actoral, Clara Segura reafirma sus cualidades y los dos amigos, Josep Julien y Pepo Blasco, aportan humanidad a sus personajes. Dejamos en último plano a Joel Joan, el protagonista, un actor de sobrada energía interpretativa. Una energía que no dosifica y que desparrama por el escenario con piruetas físicas y carantoñas; un exceso que, en lugar de singularizar a su personaje, recuerda demasiado a sus papeles en "Excuses!" y "Porca mis_ria". Más contención habría favorecido la intimidad.
«Intimitat»
Autor: Hanif Kureishi. Adaptación: Gabriela Izcovich. Traducción: Joan Sellent. Dirección: Javier Daulte. Escenografía: Ramon Simó. Intérpretes: Joel Joan, Clara Segura, Josep Julien, Pep Blasco, Elena Fortuny. Estreno: La Villarroel, 7-XI
SERGI DORIA
El francés Beigbeder tituló uno de sus libros "El amor dura tres años" y el protagonista de "Intimidad" de Kureishi ya lleva seis casado; por tanto ha superado doblemente la cuota que Beigbeder asignaba al amor con pasión.
Adaptada por Gabriela Izcovich en 2003 para el Lliure y puesta en el escenario por Javier Daulte, esta "Intimidad" que vuelve a la Villarroel desvela un texto que marca distancias respecto al original novelesco.
Más que darle vueltas a la morosa psicología de un hombre en las horas que preceden al abandono de su esposa e hijos, según fluye la conciencia, Daulte e Izcovich optan por una deconstrucción narrativa que sostiene, a su vez, la deconstrucción del concepto de familia que Xavier (Joel Joan) se plantea. La acción se desdobla en dos planos temporales -el "antes" y "después" del abandono- y en dos ámbitos de relación: la del protagonista con su esposa Susana (Clara Segura) y con sus dos mejores amigos: Víctor (Josep Julien) y Asif (Pepo Blasco) quienes representan dos opciones: Víctor es el divorciado -aparentemente- despreocupado y Asif el casado -aparentemente-feliz. Entre esos ámbitos, una psicóloga (Elena Fortuny) pretende aportar terapia a la pareja con un poema cargado de tópicos sobre el amor, mientras ella soporta vía telefónica los desplantes de su amante italiano. La escena depara el momento más hilarante de la obra.
Si la novela de Kureishi era prolija y, como explica Gabriela Izcovich, dejaba escapar pocos diálogos a los que se aferró para la dramatización, la opción deconstructiva resulta algo esquemática, si tenemos en cuenta que, más que el problema de una pareja, se pretende, como dice Daulte, "cuestionar todos los valores de la familia occidental contemporánea". Un propósito que se enmarcaría en la "sociedad líquida" que ha patentado el lúcido Zygmunt Bauman.
En cuanto al trabajo actoral, Clara Segura reafirma sus cualidades y los dos amigos, Josep Julien y Pepo Blasco, aportan humanidad a sus personajes. Dejamos en último plano a Joel Joan, el protagonista, un actor de sobrada energía interpretativa. Una energía que no dosifica y que desparrama por el escenario con piruetas físicas y carantoñas; un exceso que, en lugar de singularizar a su personaje, recuerda demasiado a sus papeles en "Excuses!" y "Porca mis_ria". Más contención habría favorecido la intimidad.
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