Ernesto Caballero (Madrid, 1958), director del Centro
Dramático Nacional (CDN), ha recibido el Premio Valle-Inclán de Teatro en una
gala celebrada en el Teatro Real de Madrid. Dotado con 50.000 euros y una
escultura de Víctor Ochoa, el premio celebra su undécima edición organizada por
'El Cultural' y patrocinado por la Fundación Coca-Cola.
Caballero, que se ha impuesto a 11 finalistas (María Adánez,
José Luis Arellano, Paco Bezerra, Pedro Casablanc, Israel Elejalde, Mario Gas,
Ana Peinado, Sergio Peris-Mencheta, José Sacristán, Alfredo Sanzol y Maribel
Verdú), ha recibido este galardón por la dirección de El laberinto mágico, una
adaptación del universo creativo del autor más importante del exilio español de
posguerra, Max Aub.
La obra es una revisión moderna de José Ramón Fernández
del conjunto de seis novelas que componen la obra de Aub: Campo cerrado, Campo
de sangre, Campo abierto, Campo del moro, Campo francés y Campo de los
almendros.
El montaje narra lo que fue la Guerra Civil y sus
consecuencias, aunque va más allá de la crónica histórica, ya que encuentra
puntos en común con la actualidad. El laberinto mágico ha obtenido el galardón
al Mejor Espectáculo, así como los premios al Mejor Actor Protagonista y Mejor
Actor Revelación en la gala anual de The Central Academy of Drama (Pekín).
Hombre de teatro
Ernesto Caballero es director del Centro Dramático
Nacional desde el 1 de enero de 2012. En su trayectoria ha destacado por igual
en sus facetas de autor teatral, director de escena y director de compañía
propia. Ha escrito más de veinte obras teatrales y ha sido durante muchos años
profesor titular de Interpretación en la Real Escuela Superior de Arte
Dramático y director asociado del Teatro de La Abadía.
Ha dirigido algunos de los mayores éxitos de las últimas
temporadas teatrales en Madrid: El señor Ibrahim y las flores del Corán, de
Eric-Emmanuel Schmitt; Sainetes, de Ramón de la Cruz (2006); La comedia nueva,
de Leandro Fernández de Moratín (2008) y En la vida todo es verdad y todo
mentira, de Calderón de la Barca (2012), las tres en la Compañía Nacional de
Teatro Clásico; o Las visitas deberían estar prohibidas por el Código Penal,
sobre textos de Miguel Mihura (2006), Presas, de Ignacio del Moral y Verónica
Fernández (2007), La colmena científica o el Café de Negrín, de José Ramón
Fernández (2010).
Con la compañía Teatro El Cruce, de la que es director
artístico, ha puesto en escena, entre otros muchos títulos, Auto, obra que
obtuvo el Premio de la Crítica, y La tortuga de Darwin, de Juan Mayorga,
estrenada en el Teatro de La Abadía; La fiesta de los jueces, basada en El
cántaro roto, de Heinrich Von Kleist, y Santo, en la que compartía la
dramaturgia con Ignacio del Moral e Ignacio García May.
En su obra como autor resaltan además títulos como
Squash, Retén, Solo para Paquita, Rezagados, Destino desierto, María Sarmiento,
Santiago (de Cuba)… y cierra España, Un busto al cuerpo, Pepe el romano, Te
quiero… muñeca, Tierra de por medio. Ha recibido el Premio José Luis Alonso,
concedido por la Asociación de Directores de Escena, por su montaje de la obra
Eco y Narciso, el premio de la crítica teatral de Madrid al mejor autor de la
temporada por sus obras Auto y Rezagados, y el premio de Dirección de la
Asociación de Directores de Escena por En la vida todo es verdad y todo
mentira.
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